Lo que era inicialmente motivo de alegría y entusiasmo entre vecinos de 126 entre 7 y 8 se transformó poco a poco en una odisea que hoy sólo genera malhumor y decepción.
Hace alrededor de seis meses, se iniciaron en la cuadra movimientos destinados a conectar a los frentistas a la red cloacal y a regularizar el servicio de agua corriente, con caños adquiridos por los propios vecinos.
“Después de las elecciones, los trabajadores no regresaron para arreglar este desastre. Es un barrial imposible de transitar. En algunos casos la entrada a garajes está bloqueada. A eso se suma la acumulación de basura”, describió una vecina, triste por el panorama que observa cada vez que abre la puerta de su casa.