Las bibliotecas populares argentinas tienen por función la promoción de la lectura, la oferta de material y el apoyo a la educación formal, no formal y al autoaprendizaje. Están protegidas por el Estado desde la presidencia de Domingo F. Sarmiento, a través de una ley de 1870 que reza que “las bibliotecas populares establecidas en adelante por asociaciones de particulares en ciudades, villas, demás centros de población de la República, serán auxiliadas por el Tesoro Nacional”. Así nació la Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares (CONABIP).
Una de las alrededor de 1.500 bibliotecas registradas en la CONABIP es la Biblioteca Pública y Popular Villa Argüello, nacida hace 22 años -un 26 de octubre- en el corazón de este barrio de Berisso. Es justamente ese lugar el que se niega a abandonar y por el que resiste a diario los embates de una realidad que la azota, no sólo con tecnologías e inteligencias artificiales, sino lo que es aún peor, con la falta de recursos económicos para mantenerse a flote.
Hoy, su acervo bibliográfico es de unos 10.300 ejemplares y cuenta con el aporte de alrededor de 150 socios, de los que sólo 50 están activos y hacen uso del material de lectura. La institución cumple también funciones educativas, ya que todos los años, estudiantes de Bibliotecología realizan allí sus prácticas profesionales.
“Podría hacerse mucho más, podríamos recibir cientos de lectores y realizar intercambio de materiales si sólo contáramos con un espacio físico en donde instalarnos”, cuenta la bibliotecaria Marisa Zanatta, responsable y motor de la biblioteca, manifestando que para posibilitar su subsistencia -porque con la cuota societaria anual no alcanza- recolecta y vende papeles y cartones.
El tiempo de Marisa está dividido por estos días entre su trabajo en la biblioteca de la Facultad de Artes de la Universidad de La Plata, la atención de su casa y el objetivo de tratar de conseguir una sede para la biblioteca del barrio.
“Hasta hace unos 3 años funcionamos en el Centro Deportivo y Recreativo Villa Argüello (en calle 5 esquina 126) y desde ese momento hemos tenido que recurrir a la solidaridad y buena voluntad de familias, amigos y organismos que nos han facilitado lugares de guardado para los materiales. Pero así no puede funcionar una biblioteca popular. Así no se puede ayudar ni contener a ninguna infancia que necesite un libro o un lugar para estudiar”, manifiesta.
Por eso, la idea es recurrir a la ayuda de la comunidad barrial de Villa Argüello en pos de encontrar un espacio (un club, otra institución o incluso un domicilio con alguna sala amplia) que quiera albergar la biblioteca.
En un contexto que a muchos haría bajar los brazos, Marisa mantiene el espíritu intacto. A diario se encarga de actualizar la información que ofrece a los socios sobre los nuevos ingresos de material, para que puedan replicarlos boca a boca, pactando un lugar de intercambio cuando es necesario. También se encarga de nutrir con distintos materiales bibliográficos los estantes de los centros de estudiantes o bibliotecas de unidades penitenciarias, para que las personas privadas de libertad puedan acceder a la lectura y al aprendizaje.
Tan tenaz como agradecida, destaca la colaboración de la familia Fernández, la Parroquia San Miguel Arcángel, la Escuela de Oficios de la UNLP, el Club Universitario de Berisso, el Club de Abuelos de Villa Argüello y la filial de Gimnasia y Esgrima La Plata (que aún alberga parte del material escolar), entre otras personas e instituciones que a lo largo del tiempo tendieron una mano para dar continuidad a una misión que sigue vigente.
Para conocer más sobre la Biblioteca se puede hacer contacto vía redes sociales: Biblioteca Pública y Popular Villa Arguello en Facebook; @biblioteca.ppva en Ig; (221) 319-9826 en Whatsapp. También se puede escribir a [email protected].