Don Armando era ‘un monumento al trabajo’, aseguran quienes lo trataron y supieron de su prodigioso talento para transformar en elegido todo producto en el que pusiera el ojo y las manos. Sus fatay, afirman, eran increÃbles; sus pandulces ni hablar. Todo ‘hecho en casa’.
Autodidacta en tiempos en los que no era tan frecuente el uso de formulaciones, aquel pionero -un verdadero ‘emprendedor’ en términos en los que se lo podrÃa definir actualmente- desarrolló sus propias fórmulas e incluso llegó a vender la de un tipo de galletita a la que denominó ‘tortón’.
Su figura inspiró un emprendimiento que, además de llevar su nombre, conserva mucho de aquella impronta, cuyo local en 9 y 165 se transformó en un verdadero ‘clásico’ de Berisso, que este diciembre cumple 30 años de vida.
Un perfil único
Armando Amiel estuvo en los ’50 y años posteriores al frente de panaderÃa y fábrica de galletitas. Luego, el lugar de elaboración cerró hasta que en los primeros años de la década del ’80, hijo y nietos decidieron darle un nuevo impulso a la actividad, gestando un proyecto que en 1994 desembocó en la apertura del citado local. Llegó después una fase de desarrollo de franquicias y sucursales en La Plata y, en los últimos años, la reconversión en cooperativa y la decisión de centralizar la actividad comercial en Berisso.
Pasteleros, panaderos, sandwicheros, personal de atención al público, choferes y encargados de otras tareas, se levantan a diario con la misión de dar continuidad a una lÃnea de trabajo que los conecta estrechamente con gustos y costumbres de muchos berissenses.
“La gente nos acepta, son muchos los que nos eligen y eso nos pone muy contentosâ€, afirman integrantes de la Cooperativa Gastronómica Berisso Limitada, la organización detrás del nombre de fantasÃa, poniendo de relieve que la salud del emprendimiento tiene más que ver con una visión global que con factores de contexto. “Para proyectarse hay que tener una buena visión de lo que es el negocio. En ese terreno somos optimistas. Como cooperativa estamos fortalecidos, se sumaron más asociados y más jerarquizados. Generamos un lugar de desarrollo personal y lo que más nos enorgullece es que tenemos entre los asociados personas que son ejemplo de vida por su capacidad de superación para sobreponerse a las dificultadesâ€, menciona uno de los asociados.
Con un amplio abanico de productos expuestos en un local ‘dinámico’ en el que el cliente puede circular con su canastita para seleccionarlos, los trabajadores de “Don Armando†coinciden en que el capital de la marca se asocia a calidad y presentación.
El fatay de viernes y sábados sigue siendo uno de los productos ‘estrella’; mañana tras mañana, las medialunas son también motivo de orgullo, al igual que productos de fin de año como budines y pandulces. Pero la oferta es en verdad muy variada y se complementa con el servicio de catering, otro rubro en el que la empresa supo abrirse camino.
“Que alguien que tiene algo para festejar nos elija y nos permita compartir ese festejo, es algo verdaderamente muy grato. Más allá de las máquinas y de la producción concreta, el capital que tenemos es que esa gente atesore un buen recuerdo. Eso sin dudas hace al valor de la marcaâ€, exponen al referirse a misión y filosofÃa integrantes de la organización.
‘Reinventados’, en tránsito por una buena etapa y soñando un próspero futuro, la intención es afianzar ese perfil que unifica la labor en el local con la provisión a otros puntos de venta y el servicio de catering. “Se trata de seguir siendo reconocidos y reconociblesâ€, sintetiza en la cuadra un miembro de la cooperativa, antes de volver a abocarse a la noble tarea de amasar.