Sábado 22 de febrero de 2025

El discreto encanto de una biblioteca

Por Ángela Gentile

Biblioteca Pestalozzi, foto histórica

Desde 1810 al siglo XXI las bibliotecas han brindado en Argentina asistencia a lectores y lectoras. En la actualidad, las bibliotecas de la ciudad son menos frecuentadas que en el siglo XX, cuando en peregrinación los y las estudiantes de Berisso concurrían a encontrarse con bibliotecarios y bibliotecarias. Aquellos eran tiempos en los que el saber y el aprendizaje formaban un binomio sólido y atrayente. Actualmente, los soportes de lectura agilizan la información unilateralmente y es válido para la época en la que se vive. En estos nuevos caminos sobreviven las bibliotecas como reservorios de una memoria única e intransferible; porque ellas son eternas tanto por el olor y el contacto con sus libros.

Los berissenses somos idealistas y originales y nos reconforta saber que poseemos instituciones de 90 años que albergan el saber, cómo es el caso de la biblioteca Pestalozzi que aún respira gracias al compromiso del Club Estrella de Berisso.

¿Qué tiene de particular la Pestalozzi? Tiene historia, tiene memoria, tuvo visitantes y colecciones únicas. Ser berissense es también sentirse orgulloso de saber que el Consejo Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP) decretó su apertura con el N°6 de la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia.  La Pestalozzi es un sitio de Interés Comunal por mérito propio, ya que alberga material original perteneciente a la creación de nuestra amada ciudad y posee un patrimonio bibliográfico importantísimo.

Por allí pasaron sin distinción las hijas e hijos de obreros en busca de un libro que les permitiera soñar con un futuro más promisorio. Allí estaban Nicolás Pilichuk y el recordado griego y primer bibliotecario Jorge Luis Lulis, quien ilustró con sus saberes a todos los que llegaban al recinto brindándoles el valor preciado de la palabra.

Biblioteca Pestalozzi del club Estrella

Si uno piensa en Alejandría, automáticamente se dice primero la palabra biblioteca. La Pestalozzi, salvando siglos, es nuestra Alejandría, ya que, a instancias de la misma, nacieron otras tantas y prestigiosas bibliotecas en toda la ciudad.

La memoria cultural -en este caso- enorgullece a los que hemos conocido algunas historias. Pero se debe continuar y transmitir el conocimiento a quienes desconocen el patrimonio que poseemos. Si existiera un Berisso-Turismo podría sumar a su agenda visitas a las bibliotecas, posibilitando compartir anécdotas, entre ellas la referida por ejemplo a la donación de la colección de Esteban Peicovich, quien en un acto de amor por la ciudad legó ese tesoro después de haber recorrido el mundo.

Nuestras historias, la de los berissenses, respiran y piden ser recordadas bajo el mismo cielo donde pueden convivir una pantalla y un libro.

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