Jueves 24 de abril de 2025

Se estrena documental sobre joven militante asesinada en Los Talas en 1975

un_solo_latido

“Un sólo latido” es el nombre de un documental de Purasangre Producciones filmado de manera independiente en la ciudad de La Plata, que cuenta la historia de Luisa Marta Córica, joven militante asesinada en 1975 por un grupo armado paraestatal ligado a la CNU (Concentración Nacional Universitaria). El trabajo fue dirigido por Pedro Benito, profesor de Historia y trabajador del Archivo Provincial por la Memoria y el estreno está programado para este viernes a las 19:00 en la Facultad de Artes (sede Fonseca).

“Esta historia tiene que ver con un contexto histórico y político vinculado a los trabajadores del Hipódromo La Plata durante el año 1975. Ellos fueron víctima de un grupo paraestatal que es la CNU. En este contexto recuperamos la historia de Luisa Marta Córica”, explica el director antes de la presentación del material.

Para armar el rompecabezas se recurrió a los recuerdos que atesoraban personas que la conocieron, como su hija Andrea, compañeros de trabajo, amigos e investigadores e historiadores que trabajaron con la CNU en términos generales. “A partir de eso y un fuerte respaldo documental de recortes de diarios, material de la época, de archivo audiovisual, del grupo de cine peronista que funcionó durante los años 73 y 74 que nos facilitaron también para dar testimonio de esa época fuimos armando el trabajo”, expone Benito.

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Luisa era actriz, mamá, militante y obrera. Según recupera el libro “Las vidas que nos faltan” de Jorge Drkos terminó el secundario en 1972 en el 5°1ª turno noche del Normal 2. Al año siguiente se inscribió en la carrera de Filosofía y Letras en la Facultad de Humanidades de la UNLP y comenzó a trabajar en el sector de contaduría de la Cámara de Diputados de la Provincia. Estaba separada y vivía con sus tres hijos: Ariel, Cristian y Andrea en un departamento de calle 47 entre 10 y 11 de La Plata. “Quienes la conocieron la recuerdan por su belleza y frescura, pero sobre todo por su gran solidaridad. Siempre dejaba las puertas abiertas de su casa justificando que ‘si algún compañero necesita algo, que entre nomás’”, se narra en el libro.

Se había incorporado a la Juventud Peronista en los 70 y antes de ser asesinada fue detenida dos veces. La primera el 30 de abril de 1970 por infracción al Decreto Ley 17.401, que autorizaba a los servicios de inteligencia a espiar a los ciudadanos y acusarlos de ser o realizar actividades comunistas. Bajo este decreto fue acusada por tener abundante bibliografía política de izquierda.

La segunda detención tuvo lugar el 2 de febrero de 1974. El informe de la Dirección de Informes de la policía de la provincia (DIPPBA) relataba que “se efectuó un procedimiento en la calle 47 N°7676, 4° piso, La Plata, ocupado por la causante. Se secuestra material bibliográfico referido a la organización Montoneros y numerosas fotografías artísticas”.

Durante la segunda detención, Córica se encontraba con su hijo Ariel de 10 años. Cuando entraron al departamento fueron interceptados por un grupo de 4 personas que agarraron al niño del cuello y lo pusieron a un costado, mientras sentaron a Luisa en una silla y la amenazaron.

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Estos hechos no la acobardaron y siguió militando en la JTP y la JUP, en la villa cercana al Arroyo El Gato de Ringuelet. A sus labores cotidianas sumó los fines de semana y feriados un trabajo en el hipódromo, para hacerse de unos pesos extra. A poco de ingresar, la eligieron delegada.

El fin de semana de su asesinato, Luisa organizó lo mejor que pudo su vida. Llevó a Cristian y a Andrea a lo de sus padres en Ringuelet y a Ariel lo dejó al cuidado de unos amigos en Buenos Aires con el compromiso de buscarlo el domingo 6 de abril de 1975 después de la última carrera en el Hipódromo. Cruzó el diagonal 80 para entrar a la estación de trenes, pero no logró abordarlo.

La patota de la CNU la secuestró en medio de un escándalo. “Eran 6 hombres armados, de civil. Mi mamá se agarraba de una de las columnas pero fue en vano. Se la llevaron mientras apuntaban con sus armas al resto de los pasajeros que esperaban en el hall y en el andén. Amenazaron a la gente para que nadie interviniera. Eso se supo gracias a un guarda de trenes que presenció la secuencia”, narra su hija en el capítulo que da cuenta del caso.

Al otro día la encontraron masacrada. Vestía una blusa blanca, pantalón gris, saco beige e iba calzada con mocasines. Estaba amordazada y con la incofundible firma de la cobardía de la banda. Las manos atadas con alambre por detrás. El cadáver, manchado con sangre, presentaba diversas perforaciones. Le habían disparado con escopetas Ithaca, no menos de 7 veces. Fue fusilada por la espalda.

Durante los ‘90 su hija Andrea se puso en contacto con Fito Bergerot, vecino del departamento de calle 47 y compañero de militancia de Luisa. Con sus cartas pudo recuperar momentos de su infancia, anécdotas de su madre y descubrir que ella escribía poesía. A estos registros se suman la actuación de Córica en la película “Boquitas pintadas”. El caso aún espera justicia.

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