
Productores, emprendedores y miles de visitantes volvieron a levantar sus copas el pasado fin de semana, durante la 22ª edición de la Fiesta Provincial del Vino de la Costa que se celebró en el Gimnasio Municipal.
Fueron en este caso más de doscientos los expositores que representando a bodegas familiares y emprendimientos de la economía social y junto a artesanos y artistas se sumaron a la propuesta de la Cooperativa del Vino de la Costa, la Municipalidad y las facultades de Ciencias Agrarias y Forestales, Ciencias Exactas y Trabajo Social de la UNLP, co-organizadores del evento.
A la exposición y venta de los clásicos productos regionales, se sumaron charlas técnicas, espectáculos culturales protagonizados por más de treinta artistas locales y regionales y propuestas gastronómicas para disfrutar en familia.
“Esta fiesta que comenzó como una propuesta chiquita, hoy moviliza a toda la ciudad. El vino de la costa es trabajo, es territorio, es historia viva”, manifestó en el cierre de la Fiesta la secretaria comunal de Producción, Cecilia Paris, remarcando que “todos hicieron un esfuerzo muy grande para llevar a cabo la fiesta y elaborar sus productos”.
El vino de la costa está íntimamente ligado a la historia de la ciudad, a las familias de inmigrantes que, durante el auge portuario, cultivaron vides en las tierras bajas de la isla y del monte. Adaptado al sistema de parral y a las condiciones locales, ese vino artesanal, elaborado principalmente con uva americana (Isabella) se caracterizó desde el inicio por un aroma frutado, y un sabor diferente. Otro rasgo distintivo es su elaboración casera, sin conservantes ni aditivos.






El producto se vendió históricamente en fondas, comercios de barrio y restaurantes, llegando a circular más de un millón de litros anuales entre las décadas del ’40 y el ’60. Era el compañero ideal de asados, fiambres y empanadas. La elaboración era totalmente familiar; en la mayoría de las casas se trabajaba la quinta y la viña.
El vino formaba parte del paisaje cotidiano de los trabajadores de los frigoríficos. Sin embargo, un día la tradición entró en crisis: las crecidas del río, el avance de los vinos cuyanos y el desplazamiento de los jóvenes lejos del trabajo rural pusieron en jaque su continuidad.
Durante años, la elaboración quedó relegada al consumo doméstico. Pero en las últimas décadas, merced a un trabajo colaborativo del que participaron productores, la UNLP y la comuna con colaboración de otros organismos e instituciones, el producto se revalorizó y poco a poco los volúmenes de producción fueron evolucionando.
Ese trabajo de sol a sol y sin descanso a lo largo de todo el año, empezó a plasmarse en la Fiesta anual que se celebra en julio, que se transformó junto a la Fiesta Provincial del Inmigrante en un evento con un fuerte componente identitario y de encuentro muy arraigado en la comunidad local, que a la vez resulta vidriera y una instancia económica nada desdeñable para los emprendimientos.
En competencia
Como es tradición en la Fiesta, hubo una instancia para la participación y la competencia en la elaboración tanto de vinos como de mermeladas. En el caso del concurso de vinos, en su edición número 21 hubo más de cincuenta muestras y se distinguió en la categoría de Vinos Caseros (tinto) a Sebastián Casali y Martín Abenel (1º premio), Santiago Yanucci (2º premio y Mención Especial) y Daniel Reynoso (3º premio). En la categoría Vino de la Costa Blanco se reconoció a Renzo y Carlos Ruscitti (1º premio), Andrés Corazza (2º premio) y Cooperativa de la Costa (3º premio). En la categoría Tinto los destacados fueron la familia Yarra-Arévalo (1º premio), Andrés Aguiar (2º premio), Cooperativa de la Costa (3º premio). Además hubo menciones para la Escuela de Educación Agraria Nº 1 de Berisso (5to año), Resistencia Femenina-Mariana Casali y Andrés Corazza. Por último, en la categoría Fermentado de Ciruela se entregó un reconocimiento estímulo al producto con ciruela cristal de Renzo y Carlos Ruscitti y otro al fermentado de ciruela remolacha presentado por Emanuel Ruben Melniko. Si bien aún no se establecieron criterios para juzgar las muestras, es probable que el producto tenga su propio concurso desde el año próximo. De cara a ello se trabajará en la elaboración de criterios para resaltar qué es en este rubro una buena elaboración.






En el caso del concurso de Mermeladas, el jurado destacó la labor de Néstor Folino (1er premio mermelada de Higo), Sebastián García Calotti (1er premio mermelada de Ciruela), EESA Nº 1 Berisso (1er premio mermelada de Uva), Cecilia Nobile (1er premio mermelada de Tomate). Hubo menciones especiales para la EESA Nº 1 por su mermelada Gourmet y otra para Cecilia Nobile por su mermelada de Fruta de Estación.
Políticas públicas y producción
Entre las actividades programadas en el marco de la Fiesta se desarrolló en Casa de Cultura el conversatorio “Impacto de la crueldad. Repercusiones sobre las políticas públicas y la producción local”, coordinado por Jeremías Otero y Sergio Dumrauf, con la participación de Mariano Pinedo (MDA), Irene Valverde (FCAyF), Mariano Barberena (FTS), Sebastián Fajardo (ATE), Ruben Verón (Cooperativa de la Costa) y productores locales.
El encuentro convocó a pensar colectivamente las políticas públicas, la producción local y los desafíos que enfrentan quienes trabajan en el territorio. Los productores manifestaron en este contexto la necesidad de establecer nuevos incentivos para que el impulso que la producción consiguió un par de décadas atrás no decaiga. “Se necesita que aparezcan nuevos viñateros, hay que pensar cómo miramos para adelante”, mencionó tras el encuentro un productor, poniendo el acento en que de eso depende la supervivencia de la tradición y la suerte del nicho productivo.
Homenaje a Conti
En la jornada del domingo, en Casa de Cultura se compartió un encuentro en homenaje a Haroldo Conti con lecturas, debate, fotografías y la proyección de Silencio en la Ribera, dirigida por Igor Galuk, de RIO Cine, quien participó de un panel junto a Manuel Barrientos, Griselda Eustratenko y Sebastián Russo Bautista. La actividad sirvió de disparador para proyectar el lanzamiento de una etiqueta especial para el vino de la Cooperativa que recuerde, mediante una edición limitada, los cien años del nacimiento del escritor desaparecido, fuertemente conectado con la naturaleza ribereña y la Isla Paulino.
Entrega de escritura
Otro hecho digno de mención de esta edición de la Fiesta tuvo que ver con la entrega a la Cooperativa de la Costa, por parte de autoridades comunales, de la escritura del terreno en el que la institución montó su bodega, camino al balneario La Bagliardi. Se trata del desenlace de un trámite iniciado hace algunos años, que le permite a la organización contar con un importante respaldo jurídico para proyectar nuevas iniciativas de cara al futuro.

