La historia comienza como muchas que transcurrieron en esta tierra, con el protagonismo de inmigrantes trabajadores esperanzados en alcanzar un futuro mejor.
Terigio Di Lorenzo (italiano del Abruzo) conoció a Rosalía Arean (española de Galicia) y se casaron. Habían arribado al puerto de Buenos Aires tras un largo viaje y construyeron en calle Nápoles entre Habana y Asunción -hoy 9 entre 162 y 163- la típica casa de madera y zinc que se construían en aquella época.
Como todos los antiguos habitantes de Berisso, en el fondo tenían su huerta con verduras de estación, frutales y el infaltable gallinero.
Claudio, nieto de aquellos inmigrantes, aún recuerda el sabor de los ravioles hechos por su abuela sobre la mesa de madera, el aroma del estofado cocido durante la mañana de los domingos, el azar del limonero, el dulce de tomate casero, el vino patero y el olor a resina de la casa.
“El abuelo fue empleado como miles del frigorífico Swift y la abuela ejercía en el pequeño local situado delante de la casa como profesora de corte y confección. Las mujeres de entonces aprendían para poder confeccionarse su propia ropa”, rememora, haciendo alusión a una primera casualidad: su abuela nació el 4/9/1897, vivió 104 años -es decir en los siglos 19, 20 y 21- y el 4 de septiembre se conmemora el Día del Inmigrante.
Doña Rosalía se convirtió en una verdadera celebridad entre los berissenses: su actividad era ardua, ya que además de coser para otras familias, impartía clases en tres turnos, cada uno con alrededor de diez chicas.
Los cursos duraban seis meses y para recibirse, un sábado al mediodía llegaban a tomar examen dos profesoras de La Plata, encargadas también de entregar los títulos.
Eran tantas las alumnas que aprendían el oficio que Rosalía decidió comenzar a venderles los insumos necesarios: aguja, dedal, hilo, botones, cierres, elásticos, papeles para molde, tiza y telas.
La actividad fue informal hasta que en mayo de 1937 decidió abrir el local al público y ampliar el rubro vendiendo lanas, medias, ropa, interior, repasadores y toallas, mercadería que compraba en Buenos Aires.
Al año siguiente, fruto del amor, nació Carlitos; su hermana -de nombre Ida- ya tenía 17 años. Carlos creció corriendo feliz entre las alumnas y los mostradores de la incipiente tienda, hasta que en 1961 se hizo cargo del emprendimiento, imprimiéndole el carácter de un ariano nacido el 3 de abril. “Segunda casualidad -consigna Claudio- porque en esta fecha se celebra la autonomía de la ciudad de Berisso”.
Indumentaria apropiada para cada cliente
Desde 1974, “Tienda Rosalía” desarrolla sus actividades en la esquina de 9 y 163, en un local hecho a nuevo sobre una superficie de 110 metros cuadrados.
Allí creció Claudio, que aún hoy recuerda la visita a los mayoristas de Capital Federal junto a su madre Eugenia. “Comprábamos y volvíamos de noche, sabiendo que mi padre estaría esperándonos en la parada del micro para ayudarnos con los grandes paquetes que traíamos”, menciona. “Si miras a través de cualquiera de las seis grandes vidrieras podrás ver en el rostro de mi viejo, con la voluntad inalterable a pesar del paso del tiempo”, suma haciendo referencia a la figura de Carlos Di Lorenzo, quien con 79 años de edad sigue abriendo el negocio de lunes a viernes de 8:00 a 12:00 y de 15:30 a 19:30 y los sábados de 8:00 a 13:00.
En la actualidad, el comercio tiene como proveedores a fábricas de renombre como Eyelit, Anibal, Caram, Nat, Cocot y Dufour. Medias, bombachas, slip, bóxer, musculosas, camisetas de interlock o térmicas, calzoncillos largos y pijamas, para niños y adultos de esas marcas de renombre pueblan las estanterías. Desde Tierra del Fuego llegan las sábanas Danubio; Textil Seclar provee toallas, toallones y repasadores de algodón y Confecciones Aero aporta indumentaria para hombre, incluyendo talles especiales. De Barracas llegan los paraguas reforzados provenientes de la China y varios artesanos envían otros elementos como cinturones, gorras, sombreros o alpargatas.
Con el eslogan ‘Acompañamos tu vocación’, la tienda ofrece también una nueva línea de productos de la fábrica “Uniformes 21 de Septiembre”, confeccionados con tela Arciel. En este caso hay una línea para gastronomía (saco para chef, chaleco, camisa y moñito para moza/o, pantalones, delantales con pechera, impermeables de pvc, gorros y bandanas); una línea para medicina (ambos, chaquetas, guardapolvos, cofias y barbijos) y otra para magisterio (pintores y ponchitos).
Representantes de OMBÚ
Un sello del comercio es el de ser representante oficial para Berisso, Ensenada y La Plata de la marca OMBÚ, líder en el mercado industrial del calzado de seguridad y la ropa de trabajo, que la llevó a acuñar el slogan “Sponsor Oficial del Trabajo”.
En la línea de calzado de seguridad, se ofrecen zuecos, zapatos, botines, borceguíes y zapatillas con y sin punteras, dieléctricos y para hidrocarburos; en indumentaria pantalones, bombachas de campo, camisas, mamelucos, faja lumbar y traje ejecutivo para lluvia y en la línea informal prendas como bermudas, camisas mangas cortas y pantalones cargo reforzados para hombres, así como bermudas, pantalones cargo, bombachas de campo y camisas manga ¾ para damas, artículos todos que llegan directamente desde la fábrica situada en Catamarca.
“En los últimos años, vestimos con la indumentaria adecuada a profesionales de la salud, a trabajadores de la industria petroquímica, mecánicos, talleristas, carpinterías y empleados de comercio. En el rubro de la alimentación a cocineros, mozo/as, lavacopas”, repasa Claudio Di Lorenzo.
“Hemos vestido de color blanco a los pintores, panaderos, pizzeros, pasteleros y carniceros. A los que hacen repartos y motoqueros les proporcionamos trajes impermeables para los días de lluvia y las botas. A la paisanada le ofrecimos las pilchas gauchas para realizar las tareas rurales con comodidad”, expone también.
Para conocer más acerca del comercio y sus productos se puede visitar en Internet el sitio www.tiendarosalia.com.ar.
