Suena “Buscando visa para un sueño” en la compu que Maxi Kondratiuk usa para comunicarse. Al teléfono, un asesor de prensa de la vicepresidente Gabriela Michetti promete que intercederá para que IOMA agilice los trámites y finalmente autorice la operación que programaron para el viernes 16. En la pantalla se lee “Tengo bronca hacia los que ponen el sellito. Yo digo, es tan difícil aprobar una cirugía de 120 mil pesos? Es un vuelto para IOMA”.
Esa cirugía le permitirá a Maxi poder abrir el puño y continuar con su proceso de rehabilitación; poder levantarse y caminar. “Hace 7 años tengo dolor”, detalla en la pantalla el joven que, según los estudios previos, está en óptimas condiciones para la operación de mano en sus partes blandas antes de que atrofie el hueso. Más allá de afectar su motricidad y la continuidad de su tratamiento de rehabilitación, el dolor se hace insoportable, explica.
Desde 2011, el ex-futbolista libra una dura batalla contra la enfermedad de Wilson, una afección que afecta las funciones hepáticas, renales, neurológicas y visuales. Básicamente, es un trastorno hereditario muy poco frecuente que hace que el cuerpo absorba y conserve más cobre del que puede soportar, generando así un mal funcionamiento en los órganos afectados.
Lorena, su compañera, asegura que ya obtuvieron la respuesta positiva del Dr. Loda, que lo operará sin costo en la clínica FLENI de Belgrano; por eso, sólo se deberán afrontar los honorarios del equipo que acompañe al cirujano. “Ponen excusas. La cirugía es de mano en partes blandas. Es una cirugía reparadora y funcional, para que pueda tener agarre y pueda seguir su rehabilitación hoy interrumpida”, advierte.
Las excusas para dilatar la aprobación, consigna, fueron varias: que tenía que ser auditado; que el traumatólogo debía analizarlo; que el presupuesto estaba en dólares (aunque figurara su paridad en pesos); que los papeles llegaron tarde. Y los tiempos urgen. No es lo mismo que pueda operarse ahora o dentro de 20 días. La movilidad está en juego. Hoy por hoy Maxi sólo puede estar en su silla, imposibilitado de levantarse de la cama, higienizarse o ir al baño. “Es totalmente dependiente. Queremos que tenga la posibilidad de pararse solo, de que pueda empezar a caminar, sentarse, pararse… ¿Hasta dónde vamos a llegar? Estamos podridos que nos roben la plata”, dice Lorena al borde del llanto, llena de impotencia, de ira. Este miércoles, adelantó, volverán a la Obra Social y permanecerán ahí buscando una respuesta positiva.
