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Construiré un velero y me iré a navegar…

13:40hs
jueves 22 de noviembre, 2018


Miguel Ángel Kretowicz dedicó la mitad de su vida a la construcción de un barco de madera en el que ahora vive, mientras sueña con dar la vuelta al mundo.


Atraído por el paisaje que ofrece en estas latitudes el río y por la tranquilidad de la ciudad, Miguel Ángel Kretowicz arribó a Berisso hace siete años para acabar con la construcción artesanal de su velero, un trabajo que comenzó 28 años atrás en la localidad de Tigre y que culminó, hace poco menos de un mes, en un astillero de la ciudad.

“Mi sueño inicial era el de comprarme un terreno e instalar un barco para vivir en él. Lo primero que hice fue comprarme un velero chico pero seguía deseando tener un barco más grande, así que comencé refaccionando ese barco hasta que decidí iniciar la construcción de mi propio barco de madera, que me pudiera llevar a dar la vuelta al mundo”, narró Kretowicz, al tiempo que confesó que con el paso de los años fue abandonando su sueño de levar anclas a puertos lejanos, pero abandonó la construcción del barco.

Según el relato del ‘Polaco’, apodo con el que lo conocen en su entorno, la construcción comenzó en el astillero de un amigo en Tigre y continuó en Brandsen, distrito que lo fue acercando a esta ciudad en la que eligió terminarlo y, además, quedarse a vivir.

“Berisso tiene algo especial. Mis abuelos inmigrantes también eligieron esta ciudad cuando llegaron el país”, contó el navegante.

Nieto de carpintero e hijo de un aficionado modelista naval, Kretowicz combinó las vocaciones de sus ancestros y se lanzó a la construcción del velero de 15 metros de largo, proyecto que comenzó como un sueño y que hoy ya cuenta con la aprobación de los técnicos de la Prefectura naval para navegar.

Se trata de un velero clase J de 50 pies, de 15 metros de eslora x 4 metros de ancho, con un pesaje de 14 toneladas. El navío, construido con maderas nobles como algarrobo, incienso y petiribí, cuenta con una capacidad para 8 personas, dos baños, un sector de cocina, un camarote en la proa y un camarote en popa, una timonera central cerrada y dos mástiles.

“En la construcción priorice que el velero tenga dos virtudes: comodidad y velocidad. Además busqué combinar la estética del barco con la seguridad y la resistencia que tiene que ofrecer para la navegación”, explicó Kretowicz, que espera ultimar los últimos detalles técnicos para poder zarpar en el barco en las próximas semanas.

A la vez, junto con Fabián Mijailovsky, otro cultor de la actividad náutica al que conoció en Berisso, trabaja en un pretensioso proyecto que ya dio sus primeros pasos y tiene que ver con la construcción y venta de diferentes embarcaciones.






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