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Elegidos

10:40hs
domingo 16 de diciembre, 2018



“A Roberto, porque me salvó la vida. A Marta, porque me enseñó a andar por la vida”. Esa fue la respuesta que dio Patricio Bruno cuando su abuela Mónica Cabello le preguntó a quiénes elegiría como padrinos de Comunión.

La ceremonia la ofició días atrás el Obispo en la Parroquia Santos Pedro y Pablo del barrio Banco Provincia, donde puntuales y emocionados llegaron el ahora integrante de la Reserva de Bomberos Voluntarios, Roberto Scafati, y la responsable de la escuela de Equinoterapia local, Marta Centurión.

Patricio tiene 14 años, estudia en la Escuela N° 17 “Ignacio Gorriti”, hace taekwon-do y quiere ser bombero. Cada vez que suena la sirena en el destacamento de Villa Zula le pide a su abuela que lo lleve a ver salir la autobomba. No obstante, el vínculo que hoy es un canto a la vida nació de manera trágica y se remonta al sábado 14 de mayo de 2011.

Aquel día, rondando las dos de la tarde, comenzó a arder la casa donde Patricio vivía con su hermana Jazmín y su mamá. Scafati estaba camino al CEYE donde colabora con el básquet cuando sintió sonar la sirena. Desvió el camino y en minutos llegó al cuartel. Para entonces ya había salido un camión. Mientras se cambiaba, el chofer lo alertó. “Vamos rápido, que está hasta la manija”, dijo, frase que en el ambiente significa que el que habrá que afrontar será un incendio de importantes dimensiones.

El humo se divisaba desde el Cuartel Central. Cuando llegaron ya trabajaba la primera dotación en un incendio ya generalizado en la casa de chapa y madera ubicada frente al Club Almafuerte. En la vereda la mamá de los nenes, que había logrado salir, contemplaba la escena desoladora a pesar de las graves heridas que presentaba su cuerpo. Certificando que ya se había solicitado una ambulancia, Roberto vio que su compañero hacía señas hacia el interior de la casa. Mientras trabajaban para extinguir las llamas habían decidido correr a Patricio, que por entonces tenía 7 años, de la zona de riesgo. Cuando Roberto lo vio, notó que Patricio, en shock comenzaba a sufrir una descompensación.

Inmediatamente ideó un plan alternativo para que pudiera recibir asistencia médica a pesar de que el pasillo que debían atravesar estaba inundado por las llamas. Sin dudas ni cavilaciones lo envolvió en el saco de bombero y tras consultar al Mayor Bertoldi que había llegado con la primera dotación, lo sacó de la pieza trasera donde había sido puesto al resguardo.

Cubrir el trayecto dejó las marcas de las quemaduras de brea en la mano de Patricio. Pero el siniestro fue aún más cruel, al arrebatarle las vidas de su mamá y su hermana Jazmín.

Después del desgarrador accidente Patricio fue a vivir con su abuela, frente al cuartel de Villa Zula. Mientras crecía también crecía su fanatismo por los bomberos.

La abuela Mónica primero contactó a Roberto para pedirle un casco. Y el pedido fue cumplido. También pidió que lo recibieran cuando Patricio y su equipo llegó a la ciudad detentando el título de campeones de Taekwondo Integrado. Y así fue.

Cada visita que Roberto realizaba al destacamento significaba un beso y un abrazo para Patricio. A veces también algún reto. Cuando Roberto recibió una llamada de Mónica supuso que sería para hacer otro pedido. Mónica advierte que Patricio ‘es muy manguero’. Y tenía razón. El joven iba a tomar su Comunión y lo había designado como padrino junto a su profesora de Equinoterapia, Marta.

La emoción fue intensa. Difícil de poner en palabras. Scafati asegura que si bien fue su persona la que Patricio eligió, fue un reconocimiento a todos los bomberos que trabajaron ese trágico 14 de mayo.

“Vamos a ayudarlo, apoyarlo en la vida, más sabiendo la desgracia por la que pasó. Tengo que tomar el compromiso en nombre de todo el grupo de bomberos”, asegura Roberto.

Mónica Cabello explica que Patricio tiene una afinidad especial con los bomberos y en particular con Roberto que lo cargó en sus brazos para hacer frente al fuego y salvarle la vida.

A Mónica se le llenó la boca de preguntas cuando recibió la respuesta de Patricio. A pesar de tener TGD Patricio va al colegio, baila folklore, hace equinoterapia, taekwondo, quiere ser bombero y sueña jugar como Messi a pesar de su pie bot.

La abuela explica que volvió a empezar cuando tuvo que criarlo a pesar de tener incluso bisnietos. A la vez subraya que es un nene con ‘valores y códigos’.

Mónica agradece a todos los que ayudan a que Patricio crezca y se desarrolle como persona. Al personal docente y el gabinete del colegio, a los bomberos voluntarios, a los profes de equinoterapia y de taekwondo y a la iglesia que aceptó darle la Comunión.

A Patricio lo alienta en cada paso que da, junto a quienes la acompañan. “Todo está en vos. Sólo tenés que proponértelo”, repite insistentemente.

Y Patricio va dando sus pasos. Ya cumplido el sacramento, recibiría un nuevo diploma por su desempeño en taekwondo, que sumará a las medallas que lo consagran como alguien que le gana la pulseada a la vida.

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