Los pescadores no salen de su asombro por la invasión de pirañas en la costa del Río de la Plata. Si bien aseguran que el mismo fenómeno se pudo observar el año pasado, en esta oportunidad es mucho más notorio. Los cardúmenes se mueven por las orillas. Desde el malecón se ven las manchas negras que forman. Atacan a las carnadas y también a los peces que intentan comerla. Incluso algunas piezas llegan a las manos del pescador con lesiones producto de la especie visitante. Cuando se pesca una, la devuelven al agua. O queda en la costa. Porque no se comen. Ni sirven como carnada. Quienes frecuentan la actividad pesquera esperan que pase pronto el fenómeno, porque llega la temporada de pejerrey y las palometas “los corretean”. Entonces la actividad se vuelve frustrante. Son de tamaño pequeño -unos diez centímetros- dicen los testigos. Cómo los que salen en Entre Ríos, pero más chicos. En la panza se les ve un color amarillo y rojo. “Son molestas. Deben haber llegado con alguna crecida. Quizá cuando baje la temperatura se vayan”, explicaron los pescadores.
Las pirañas o palometas son una especie muy común en toda la cuenca del Paraná, donde conviven tres variedades de la misma familia y del mismo género que las pirañas del Amazonas y de otros ríos de Sudamérica; en el Río de la Plata, suelen verse en verano.
Julio Milat, responsable del área municipal de Medio Ambiente, explicó que la visita obedece a la interesante dinámica del río. “Es un gigante que tiene una diversidad muy intensa. Que aparezcan palometas tiene que ver con la temperatura, con la calidez. Estos días cálidos hacen que estén por estas costas. No se van a quedar. Cuando baje la temperatura o mueren o vuelven a su ambiente original”, precisó.
