Lunes 21 de abril de 2025

Domingo Tomas: un querido comerciante en el recuerdo

Domingo Tomas fue el alma mater del centenario comercio “La Central” a lo largo de décadas. Varios años después de su fallecimiento, aún es frecuente la evocación que clientes y vecinos dedican al vínculo que desarrollaron con aquel hombre flaco, afable, laborioso y ejemplar, que la comunidad sigue extrañando. En los últimos días, en las páginas de la edición impresa de El Mundo de Berisso, su hija Marcela compartió junto a sus otros hijos Fernanda y Santiago, un bello texto que revela algunos aspectos tal vez no tan conocidos del recordado Domingo. Lo compartimos…

Cada aniversario del inicio del viaje más largo de papá abre la puerta a muchos recuerdos, de modo que este texto podría extenderse tanto como la manera en que estilaba desplegar los rollos de tela. Siguiendo esta idea, es que elegimos desenrollar solamente dos tipos de “géneros” de memorias.

El primer “género” entrama momentos de la vida cotidiana. Situaciones que acontecieron en la intimidad, como su manera de transmitirnos principios y valores, a veces con una pedagogía tan extraña como infalible, o su forma de cuidarnos sabiendo qué necesitábamos sin que se lo pidiéramos.

Cuando nos reunimos en familia, volvemos una y otra vez sobre esas anécdotas. Mi hermana y yo recordamos aquella vez en que el caballo tordillo que teníamos nos volteó y él, al ver que estábamos ilesas, nos animó a viva voz a montarlo de inmediato, para que se diera cuenta de que no le temíamos. O cuando comenzó a fumar en una pipa que mi hermano había roto jugando, y que -para que no se diera cuenta- había “arreglado” con un pegamento que apenas comenzó a calentarse se derritió, generando primero sorpresa y luego risa en vez de enojo por la rotura.

Los tres recordamos cuando a mitad de las noches de invierno -en tiempos en que las habitaciones carecían de calefactores- se levantaba y venía a cobijarnos, intuyendo que nos habíamos destapado y teníamos frío.

En su admiración por Don Roque Cruz, un señor a quien admiraba por su bondad, generosidad y vida campera en plena ciudad, nos transmitió el respeto a los mayores y la conexión con la naturaleza. Los fines de semana yendo a Los Talas y las vacaciones en Bariloche reforzaron ese amor profundo por el entorno. Antes de que se empezara a hablar del cuidado del medio ambiente, nos enseñó a cuidar el agua cerrando canillas, apagando luces que no se usaban, enterrando la basura orgánica…

El otro “género” de recuerdos tiene que ver con su vida pública. Fue una sorpresa y un regalo que nos comenzaron a compartir personas que lo conocieron sea en La Central sea en las diversas instituciones civiles berissenses en las que participó.

Un señor santiagueño nos relató que gracias a que “Domingo” fue uno de los fundadores de la Escuela N°7, que quedaba cerca de donde vivía, sus hijos pudieron educarse y su mujer trabajar como auxiliar y luego jubilarse.

Varias personas nos cuentan que en años en que no todos tenían un auto, papá hacía de chofer para las novias.

Las “Chicas de la hilandería” se llevaban mercadería “fiado” sin firmar nada, para pagar puntualmente cuando cobraban su sueldo quincenal.

Lo más hermoso de todo esto, es que la imagen de papá no presenta fisuras entre su vida en la intimidad y su conducta en otros espacios.

“En tiempos donde nadie escucha a nadie, en tiempos donde todos contra todos en tiempos egoístas y mezquinos,” como diría Fito Páez, la integridad de la vida de papá es un tesoro, pero también una guía, y una certeza de que es posible ser de otro modo.

No hay dudas de que se cosecha lo que se siembra. Gracias a quienes nos recuerdan quién fue papá para ellos”.

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