La preocupación es histórica para los habitantes de la Isla Paulino. El río avanza y corroe las costas, poniendo en riesgo históricas construcciones de la zona. Es el caso de la casa de la familia Ruscitti, única quinta frutihortícola y vitivinícola que venció los avatares del tiempo y aún continúa en pie con la tradicional producción de vinos y dulces.
La quinta encierra décadas de historia. La familia llegó, como muchos inmigrantes, desde Italia con lo que pudo traer: algunas sábanas, un colador, comida para los días de viaje y un hacha para poder trabajar la tierra. Miguel se encontraba en América con su padre. Cuando pisaron Argentina le contaron que habían conseguido una casa y que estaba en una isla. Mediaba el 1900.
Los Ruscitti acompañaron los días de esplendor de una isla que daba flores y frutas. Y también los tristes días donde el agua los dejaba sin nada.
A pesar de los sinsabores Miguel continuó con la actividad. En el fondo de la casa estaban las parras. Se molía la uva con rodillos y se fermentaba durante casi dos meses. Cuando ya estaba listo, esperaba a algún comprador, por lo general vecino o turista del lugar.
Ahora, la edificación está a punto de caer al agua, producto de la falta de políticas de conservación y el avance del río sobre la costa de la isla. Según cuenta Andrea, hija de Miguel, fueron más de 25 metros de costa los que se llevó el agua y las obras nunca llegaron dejando en riesgo al patrimonio productivo e histórico.
Si bien el Puerto en los últimos años el Puerto encaró trabajos de tablestacado, la obra quedó a apenas cien metros de la casa de los Ruscitti. Según explican en la Isla, la obra se licitó durante la gestión que culminó en diciembre de 2019, pero nunca se materializó.
