CULTURA

“La vendedora de lirios” sigue recorriendo el mundo

La ribera viaja a bordo del cine

9:42hs
lunes 1 de marzo, 2021


La película dirigida por Igor Galuk estuvo cerca de colarse entre las nominadas para los Oscar. Además, suma más de 50 selecciones oficiales y de 10 premios en festivales.


Finalmente, “La vendedora de lirios” no formará parte de la 93ª entrega de los Oscar 2021, para la que había sido preseleccionada en la categoría Mejor Cortometraje de Ficción.

Sin embargo, las fronteras que derribó la última realización de Riocine, dirigida por el berissense Igor Galuk, llevaron la identidad de la ribera a geografías impensadas.

Si bien para los integrantes de la productora platense la presencia en festivales internacionales de cine independiente se hizo en los últimos años moneda corriente, esta película viene rodando más que cualquier otra.

Tras su estreno el pasado junio en el 17º International Ethno Film Festival Djakovo de Croacia, el film suma más de cincuenta selecciones oficiales y obtuvo más de diez premios en festivales internacionales de una veintena de países de diferentes continentes.

El cortometraje se realizó gracias al apoyo del Fondo Nacional de las Artes (FNA), el Programa PAR organizado por la Secretaría de Arte y Cultura de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), el Departamento de Artes Audiovisuales (DAA/FDA), UntrefMedia y Panorama.

Como en la gran mayoría de los trabajos de la productora, la pantalla también se puebla en este caso de imágenes y sonidos que caracterizan a la ribera que se extiende desde Berisso hasta la bahía de Samborombón.

Puntualmente, la acción transcurre en Magdalena. En la puerta del Cementerio del pueblo, Jacinta y su nieta Indira, migrantes bolivianas, intentan vender flores que recogen en arduas jornadas de trabajo.

En dieciocho minutos y medio el espectador tiene la posibilidad de experimentar la sensación de olvido y abandono que embarga a las protagonistas en su dura y solitaria lucha para ganarse la vida y sobreponerse a un contexto de discriminación.

Ribereños

La posibilidad de que otro conozca quién es uno, siempre genera entusiasmo. Por lo general, saber quién es uno es de gran ayuda para poder luego mostrarlo.

“¿Qué es la ribera?”, surge entonces como pregunta ante la que Galuk ensaya respuestas. “Es cada una de las personas que la habitan y la disfrutan, que se relacionan con la naturaleza. Es un lugar que se conoce poco”, arriesga. “Creo que venimos de un proceso muy largo de darle la espalda al río y estos bordes olvidados en el tiempo, en los que habitan tantos seres, merecen ser redescubierto por quienes lo pueblan”, sostiene en el mismo sentido, dándole a la definición un rasgo dinámico, el de un paisaje humano y natural que sigue construyéndose.

“La ribera es un espacio hermoso, único. Es muy lindo invitar a los espectadores del mundo a conocerlo a través de nuestras historias, sean documentales o ficción”, explica.

Las tres B

Los abuelos de Galuk llegaron a Berisso desde Bielorrusia a principios de la década del ‘30. “Una mano atrás y otra adelante, una historia común a la de todos los migrantes”, expone el cineasta.

En ese sentido, Bielorrusia o Bolivia como geografías de origen no cambian las cosas. “En Argentina tenemos una sociedad que a veces se olvida de sus orígenes. Muchas veces no tenemos presentes las migraciones de hace cien años ni lo que les costó a nuestros abuelos o padres tener su casa, integrarse”, reflexiona, considerando que si bien el nuevo contexto de migración está más relacionado con culturas americanas o africanas, la búsqueda es la de siempre: tener oportunidades que en los lugares de origen aparecen aún más difíciles.

“La historia se repite”, es la conclusión, aunque en este caso con la historia de Jacinta e Indira como punta de iceberg de muchísimas otras historias de migrantes bolivianos, peruanos, colombianos, venezolanos o senegaleses.

El corto traslada de algún modo la cosmovisión andina a la costa ribereña. “La cultura andina tiene una conexión muy interesante con la madre naturaleza”, puntualiza Galuk, remitiéndose de inmediato al vínculo que con la ribera tenían los habitantes originarios de Punta Indio, Punta Piedras, Magdalena o Berisso, exterminados por la ‘conquista’. “Es algo así como trasladar esa cosmovisión indígena a donde habitaron nuestros originarios, a través de la cultura boliviana, que tanto nexo tiene con la Pachamama”, sostiene en el mismo sentido.

Dos deseos

“Ojalá que hijos y nietos de migrantes tengan la oportunidad de mejorar las condiciones que padecen actualmente, reflejadas en la película; que mejore su calidad de vida, que tengan oportunidades y un mejor pasar, sin perder de vista el origen ni la sabiduría de los antiguos, lo más perdurable”, desea cuando se lo invita a proyectar qué será de la ribera cuando Indira, hoy niña, crezca. “Ojalá el paisaje siga bello como está y haya una conciencia más importante de la gente hacia el río, para respetarlo, cuidarlo y vivirlo”, suma al deseo.

Un lenguaje

Riocine es un grupo audiovisual que se conformó en La Plata en 2009, bajo el amparo de la carrera de Artes Audiovisuales de la Facultad de Artes (UNLP). Sus trabajos oscilan entre la ficción y el documental. La lista de sus producciones incluye “Túneles en el Río” (2009), “Viñateros del río” (2010); “Olvidados del río” (2011); “Paisanos” (2012); “Sabaleros” (2013) y “Palo Blanco” (2014).

Junto a Galuk una de las principales impulsoras de la generación de contenido de la productora, Paula Asprella se refiere a las oportunidades que abre una película que, como “La vendedora de lirios”, llega a diferentes partes del mundo.

“Hay mucho material circulando y no es fácil quedar seleccionado en festivales de tanto prestigio. Tener este tipo de reconocimientos representa una oportunidad gigante para que la obra haga contacto con otras culturas y genere reflexión en otros campos, trascendiendo otras fronteras para llegar a más espectadores”, expone.

Finalmente, adelanta con qué tiene que ver “El silencio en la ribera”, largometraje de cercano estreno, hoy en fase de post-producción. El ensayo-documental, observa, combinará material experimental de las décadas del ’60 y ’70 generado por estudiantes de la vieja Escuela de Cine de La Plata que se creía perdido, con registros de los integrantes de Riocine, tomando como inspiración la última crónica que Haroldo Conti escribió sobre Isla Paulino poco tiempo antes de ser secuestrado por la dictadura.

“Es una búsqueda que tiene que ver con la memoria y la identidad regional, pero también con experimentación en torno a un material fílmico sobre el que trabajamos en estos años en el marco de un proyecto a cargo de un colectivo de la Facultad de Bellas Artes”, describe.






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