Por Julio Milat (*)
El paisaje urbano se pone cada vez más amarillo, teñido por un sol que seguimos agradeciendo.
Las siluetas entre las ramas se hacen más visibles y persisten los gorriones, defendiendo su localía de citadinos. Se relaciona a su origen en nuestro país con Sarmiento, pero en realidad el dato más preciso es que llegaron a Buenos Aires de la mano del barón Von Bieckert, durante la presidencia de Sarmiento. El futuro cervecero llegó al puerto con una jaula y ante el impedimento de las autoridades del ingreso de las aves, las soltó, iniciando su inmigración al resto de las ciudades.
Las ramas de los fresnos, cargadas de frutos denominados sámaras por su modo de dispersión, atraen a bandaditas de Cabecitas negras, que con su especializado pico extraen las semillas con una facilidad asombrosa. Mientras, alegran con sus cantos de notas apretadas y el negro y amarillo destacan contra el cielo celeste.
Si caminan por las orillas de nuestro humedal urbano, el canal Génova, en estos días podrán observar a los grupos de Garcitas blancas, alimentándose de pequeños peces. Y cada tanto, una bulliciosa bandada de aves negras, se asentará entre los camalotes; son los Varilleros de Ala amarilla, parientes de los tordos, que deben su nombre porque al volar muestran su mancha axilar de color amarillo.
La tibieza del sol y un poco de humedad en el suelo despierta al reino de los hongos. Diferentes formas y colores emergen entre la hojarasca para cumplir el mandato principal de toda la naturaleza: reproducirse.
Las ramas despojadas de los Ceibos, permiten descubrir la presencia de orugas, las conocidas “gatas peludas”, así llamadas por algunos de los incidentes provocados con estos seres. Lo que mucha gente no sabe es que estos gusanos son futuras mariposas. Sí, futuras mariposas nocturnas. Los colores llamativos y los pelos urticantes son las defensas de estos organismos, pensemos por un momento que de no tenerlas, serían devorados por cualquier pájaro en pocos minutos. Todas las orugas que conocemos son futuras mariposas.
La diversidad de los ambientes berissenses resulta atractiva para las especies, este fin de semana, en una fugaz visita a la Isla Paulino, pudimos descubrir una especie nueva para nuestro partido. El visitante en cuestión resultó ser un ave, un gaviotín llamado Atí, que tiene su distribución en ambientes acuáticos de las provincias mesopotámicas, sobrevolando en busca de peces los bancos de arena de los ríos Paraná y Uruguay. Pero este ejemplar juvenil se animó a más y llegó a la mejor playa de la región, la de Isla Paulino, para seguir sumando a las más de 300 especies que vuelan por todo nuestro partido.
Y si andan por el monte, por estos días, podrán ver las múltiples telas de la Araña de los hilos dorados, una araña que hace algunos años vivía en las selvas del norte de nuestro país, y hoy es muy común en los huecos de la vegetación de nuestro monte ribereño. Su característica es la fuerte tensión de los hilos dorados de su tela y el tamaño de las hembras, aunque no representan peligro alguno para nosotros.
Amaneceres increíbles y atardeceres para finales de película, así transcurre este otoño en Berisso.
Sería bueno que aceptáramos las formas de la naturaleza, dejar que nos abracen un poco.
Que perdamos el miedo al pastizal, al yuyo.
Que dejásemos de llamar alimañas a la fauna que desconocemos.
Que la inseguridad no provoque la mal poda y la mutilación de nuestros árboles, para más luz y más cámaras de seguridad.
No abandonen sus baños de sol, caminen todo lo que puedan y dejen que la naturaleza fluya entre ustedes.
(*) El autor es el director del Museo Ornitológico y Centro de Interpretación Ambiental (MOCIA) de la Municipalidad de Berisso
