María Luján Ascóniga comparte impresiones de su visita a Arabia Saudita, en donde a inicios de este año participó de la Saudi Cup.
María Luján Ascóniga nació en Villa Argüello. De chiquita se vinculó con los caballos porque su madre cuidaba el predio de la Facultad de Agronomía ubicado en 126 y 63. Ya en aquel entonces se sentía fascinada por la posibilidad de desplazarse sobre esos corceles.
La cercanía de su hogar con el Hipódromo de La Plata, hizo que vaya a ver carreras y se familiarizara con el ambiente hípico. Por eso, ni bien terminó la secundaria se anotó en la Escuela de Aprendiz de Jockey y finalizó su formación en San Isidro. Desde entonces, entrena por las mañanas con caballos y refuerza la actividad con trote o bicicleta.
Desde hace cuatro años, Luján compite oficialmente. Recientemente se convirtió además en la primera jocketa latinoamericana en ser invitada a un torneo internacional, ni más ni menos que la Saudi Cup.
La posibilidad de participar del certamen surgió luego de que evaluaran su campaña. Quedó inicialmente como primera suplente y días después supo que podría cubrir la ausencia de una de las siete competidoras ‘titulares’.
De la competencia que protagonizó participaron en total 14 participantes, que disputaron cuatro carreras con caballos sorteados.
“Yo competí en tres por un problema de malos entendidos. Nosotros tenemos que ir con un kilaje, montura incluida. Cada cual prepara su montura. Esta carrera permitía 62 kilos con montura incluida, pero se confundieron y le pusieron otra montura, entonces me retiraron el caballo de la carrera”, indica al referirse a la experiencia, que le permitió quedarse con un tercer y un quinto puesto, corriendo junto a figuras como la del brasileño Jorge Ricardo, quien figura en el libro Guiness por haber sumado victorias en 13 mil carreras.
La experiencia competitiva en Arabia Saudita le sirvió a lo jocketa berissense como pasaporte para acercarse a otra cultura. “Fue una gran experiencia. Aprendí muchísimo tanto a nivel personal como profesional. Es una cultura muy distinta y un país bastante machista, donde las mujeres recién pudieron ingresar al hipódromo el año pasado”, señala.
“No hay apuestas. Es un lugar para la realeza. Pude correr para el Rey y el Príncipe de Arabia. Estuve primero una semana en Arabia y después me hicieron un contrato por tres meses para trabajar en Bahrein, donde me sumé al caballista del Rey”, menciona.
El idioma hizo que se complicara la estadía. A pesar de esta limitación, destaca el buen trato recibido. En el caso de ser nuevamente convocada, no descarta volver para tratar de amigarse con los platos típicos que la primera vez le resultaron ‘muy picantes’ y para seguir asombrándose con las particularidades de un pueblo que interrumpe sus actividades cinco veces al día para orar, mientras la mezquita emite una música que se escucha en toda la ciudad.
La joven de 27 años se preparó para la competencia luego de recuperarse de una fractura de muñeca. Una vez resuelta la lesión, intensificó la preparación en el gimnasio y el hipódromo.
