El 1º de agosto Jorge Georgieff y su esposa Lorena cumplieron diez años al frente del Supermercado “El Galpón”, de calle 10 entre 153 y 154.
Con sus actuales 43 años, Georgieff recuerda que desde muy chico se dedicaba a la venta variada en comercios, adquiriendo artículos en Buenos Aires y ofreciéndolos en locales de la ciudad. “Fui y digo que sigo siendo vendedor. Me dedicaba al corretaje. Ando en la calle con estas cosas desde los quince años”, revela.
La decisión de transformar aquella actividad de venta itinerante en un emprendimiento con sede fija no fue fácil de tomar. “Los anteriores propietarios me ofrecieron seguir con el supermercado. Lo pensé, porque significaba un cambio total también en mi forma de vida, pero finalmente terminé aceptando el desafío”, consigna.
Al pasar revista a esta década, el emprendedor se refiere a aquellos difíciles años de los primeros pasos. “Al principio nos costó mucho. Compramos el 1º de julio y tuvimos el local cerrado un mes. Mantuvimos a los siete empleados que ya estaban trabajando, de los cuales dos todavía están con nosotros. Les pagamos el sueldo de ese mes y arrancamos el 1º de agosto con muy poca mercadería. Cerrábamos a las 13:00, juntábamos los pocos pesos de recaudación y corríamos al mayorista porque a las 17:00 abríamos de nuevo. Fue todo a pulmón y encaramos esto con muy poco dinero”, advierte.
En base a ese sacrificio y con el paso del tiempo, el súper se fueron afianzando, creciendo y pudo aumentar y diversificar su oferta. Los clientes hoy pueden encontrar en el mismo lugar artículos de supermercado tradicional con una amplia variedad, así como productos de fiambrería, carnicería y panadería, entre otros.
“El Galpón”, nombre que heredaron y decidieron mantener, cuenta en la actualidad con un plantel de 17 empleados de la ciudad de Berisso, que pudieron conservar su empleo durante los meses de aislamiento por la pandemia. “Cuando se decretó el aislamiento en marzo del año pasado, y hasta junio de ese año, fueron meses de un interesante movimiento. Después las ventas empezaron a caer, entre otras cosas porque fueron abriendo muchos almacenes. Ahora las ventas se estabilizaron. Dejaron de caer, creo que porque llegaron a un piso. La verdad es que hoy podríamos funcionar con 14 de los 17 empleados que tenemos, pero seguimos apostando para que la gente siga teniendo su trabajo acá”, afirma el propietario del comercio.
Cada vez que habla de la historia de “El Galpón”, al párrafo dedicado a los empleados añade otro dedicado a los clientes. “La gente del barrio con nosotros siempre se portó muy bien. Acá vienen también personas de distintas zonas de Berisso que nos eligen. La verdad es que estamos muy agradecidos con todos. Trabajamos aplicando promociones de descuentos con sindicatos y con el club Villa San Carlos, todo lo que sea social y si podemos ayudar, lo hacemos”, reseña. “Quiero hacer además una mención especial a Sebastián Marchand, una persona con la que trabajo desde hace 25 años, que se subió al barco desde el comienzo y me acompaña desde siempre”, añade.
A pesar de las dificultades de los comienzos y las cuestiones que afectan al rubro en las diferentes coyunturas, no se arrepiente del perfil que decidió darle al supermercado cuando se echó a andar la aventura, hace diez años. “Estamos supercontentos. Si tuviera que volver a tomar esta decisión no lo pensaría mucho, como lo hice antes. La idea es seguir y crecer”, afirma.
Desde hace dos años, Georgieff forma parte de la Cámara de Comercio. También integró el Centro de Almaceneros. A través de dichas instituciones, sumó su granito de arena para que no se instalen en el distrito grandes marcas o los denominados ‘supermercados chinos’, para evitar que situaciones de competencia desleal afecten al esquema comercial local.
“La preocupación siempre está. Los locales chinos que están en la ciudad siguen en actividad porque los dueños anteriores vendieron su fondo de comercio y ellos trabajan con CUIT de argentinos que son los viejos titulares. No pasa por una cuestión del Municipio que los habilita, porque la Ordenanza vigente se cumple, pasa por la responsabilidad de quienes se los venden. A mí varias veces me vinieron a ver con la intención de comprar”, concluye.
