Hondo pesar causó en las últimas horas la noticia del deceso de la reconocida docente Gloria Valle, quien luego de transitar por diferentes espacios llegó a desempeñar hace una década, poco antes de retirarse, la Jefatura distrital de Educación.
En entrevista cedida a El Mundo en marzo de 2012, en días en los que dejaba formalmente la actividad docente y recibía un homenaje de la Municipalidad y la Escuela 17, en la que pasó 34 años, Valle afirmaba que la educación “debe ser dada con una sonrisa”.
Hija de Ramón Valle e Isolina Lamonega, Gloria llevó en sus venas mezcla de sangre española e italiana heredada de los gallegos abuelos Valle, oriundos de Lugo y Pontevedra y de los Lamonega, de Sicilia.
Sus estudios primarios los inició en la Escuela 6 (ex-14), pero más tarde su familia se debió mudar cerca del Club Camoatí en la zona de la vieja calle Unión y pasó a sentarse en los bancos de la Escuela 7 hasta egresar.
Luego y con mucho sacrificio de sus padres siguió los estudios secundarios en el Instituto de las Hermanas Canossianas, el único establecimiento en la ciudad para seguir el magisterio. Los ingresos en la casa de los Valle eran escasos pero eso no obstaculizó la decisión ya tomada de ser maestra.
Su labor en la docencia se inició en 1964, cuando tenía 17 años de edad, en el Instituto San Cayetano de La Plata de 44 y 30, en reemplazo de una familiar que atravesaba un serio problema de salud.
La carrera continuó más tarde en el Instituto Canossiano, en la Escuela 1, un año en la 17 y en la 14 de El Carmen, para volver a su entrañable colegio 17 de calle 164 y 26 en el que permaneció durante casi 34 años.
“Fui muy feliz en la Escuela 17 y amé mucho a esa comunidad a pesar de las falencias. Allí me enseñaron mucho y a ser mejor persona y aprendí a contenerlos, por eso cuando llegó la oportunidad de ser inspectora no quería aceptar”, mencionaba en la aludida emotiva entrevista.
En su proceso de formación, Valle también cursó estudios en la carrera supervisiva en el Instituto Superior de Formación Docente Nº 17 de La Plata. Después, gracias al premio que obtuvo la Escuelas 17 como la mejor del país en 1997, la Dirección General de Escuelas la becó en la Universidad Austral para realizar una carrera costosa como la de Dirección de Centros Educativos, que generalmente hacen directores de la gestión privada.
Su idea de lo que representa enseñar, también quedó plasmada en una observación de aquellos días. “Es algo que se siente. El que no es maestro no lo entiende, pero es algo que se lleva en la sangre”, intentaba explicar al ser consultada sobre su vocación.
