INFORMACIÓN GENERAL

Obituario

Un adiós a la bondad

8:04hs
sábado 22 de julio, 2023


Por Juan F. Klimaitis [email protected]


ana_semenas

Un 13 de julio, apenas unos instantes en la extensa historia de la vida, Anita Semenas decidió emprender un nuevo rumbo, pero no ajeno al camino de todos. Tuvo que partir hacia un destino que ni siquiera había contemplado días atrás, cuando su sonrisa perpetua florecía ante la presencia de cualquiera que le tomara la mano, siempre cálida al saludar. Anita era única en su comprensión de la amistad, transmitiendo calidez a todos aquellos que se cruzaban en su camino, sin importar si el encuentro era breve o prolongado. Inspiraba a soñar con un mundo mejor, y su imagen perduraba en la memoria de todos como un ser singular, diferente y posiblemente irremplazable en su cualidad.

Recuerdo como todos, la dulzura de sus ojos celestiales de lituana pureza inigualable, capaces de mirar y hacernos sentir su comprensión propia de la realidad. Nos remitían a la serena amplitud que solo la auténtica bondad otorga, especialmente cuando el dolor se convierte en parte esencial de la condición humana y puede ser mitigado con una simple palabra. Nos acompañaba con una profundidad del alma, al contemplarnos casi inertes, forjando nuestra redención a través de su voz de fraseo suave y sutilmente musical. Era algo angelical y ajeno a las limitaciones del mundo cotidiano.

Una sencilla Anita nos abría la puerta para recibirnos, ya fuéramos familiares o extraños. Su rostro reflejaba la sinceridad de su alma, sin reticencias, sin ninguna otra intención más que ser una más en el conjunto humano. No demostraba en absoluto que alguna vez fue una magnífica docente, directora escolar y escritora de varios libros de renombre internacional. Tampoco mencionaba su reconocimiento como una destacada mujer de la ciudad de Berisso en 2009, ni su Medalla de Honor de Plata otorgada por el gobierno lituano por su divulgación de la cultura báltica. Anita no mencionaba su papel como integrante de la prensa de Argentina ante Lituania (ALB) ni su participación en el Parlamento Lituano de Argentina. Además, no hacía alarde de su puesto en la Comisión Directiva de la Sociedad Nemunas de Berisso ni de su participación en el programa radial Ecos de Lituania. Aunque era invitada frecuentemente a programas radiales y televisivos para hablar sobre temáticas relacionadas con la inmigración, tampoco mencionaba esto. Anita tampoco alardeaba de su labor como compiladora y traductora al español de poetas lituanos, la cual había recibido reconocimientos. Y nada de todo ello era expuesto en el portal de sus paredes, tal su respeto sin humillaciones, tal como corresponde a una mujer de enorme temperamento llevado muy adentro, como es propio de quien se sabe humilde en su saber. Y Anita lo era en sumo grado.

Conversar con ella alrededor de su mesa hogareña, donde todo recordaba el cariño por su pertenencia a la lituandad, era como revivir el espíritu de sus padres inmigrantes. Ellos estaban allí, presentes en espíritu. Cada objeto, ya sea sencillo o valioso, reflejaba su propio carácter distintivo. Anita encarnaba la autoridad y el encanto de tiempos antiguos e inestimables, donde el valor de la palabra era un distintivo del documento escrito y donde lo dicho y confirmado con un apretón de manos era la única prueba de la verdad en su forma más pura. En su ser, tenía una conducta que se concebía como un altar construido sobre sólido granito.

Si acaso había algo de un ángel en su interior, quizás sea cierto. Era casi imposible estar a su lado y no sentir la calidez de su presencia, que nos transportaba a una Lituania de abedules con su piel blanca, de bosques verdes que albergaban densos helechos o rojas frutillas madurando bajo el sol. Tomar mate de la pava con su servicial atención era experimentar el eco de una antigua balada lituana mientras decía: “Soy argentina”. Era una curiosa dualidad de alguien que era amiga, compañera y maestra, pero, sobre todo, una hermosa dama que volaba por los cielos del afecto hacia sus semejantes. Era el singular diseño de un hada madrina para sus hijos, nietos y bisnietos. Y allí, muy cerca de sí misma, de sus amigos, sus «chicas» y de una parte de sí misma que, de repente, parecía volverse distante pero jamás, nunca, demasiado lejana.

Pues Anita Semenas perdurará eternamente, no solo en la elusiva evocación, sino en lo más profundo de la esencia humana de aquellos que hayan tenido el privilegio de conocerla y ser tocados por la varita mágica de su bendito fuego interior, su carisma y su magnífica y enorme bondad…

Hasta siempre, Anita.






Otras noticias


Mundo

EL MUNDO DE BERISSO © 2024 - Edición Dígital. Todos los derechos reservados.