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16 de agosto

Día del Niño en Paraguay, el horror de la Guerra de la Triple Alianza

10:49hs
miércoles 16 de agosto, 2023


Por Jorge Drkos (*)


El Día del Niño en Paraguay no es una celebración festiva. Recuerda la última de las grandes batallas de la Guerra del Paraguay o de la Triple Alianza que enfrentó, entre 1865 y 1870, a los ejércitos de Argentina, Brasil y Uruguay con el ejército Paraguayo. La Batalla de Acosta Ñu o De los Niños, uno de los episodios más crueles y sangrientos de ese conflicto.

El 16 de agosto de 1869, las diezmadas tropas del Mariscal Francisco Solano López conformadas en su gran mayoría por  ancianos y chicos de entre 6 y 14 años, enfrentaron a 20.000 soldados brasileños, acompañados por el ejército argentino. Historiadores y analistas de distintas nacionalidades e ideologías coinciden en destacar el valor y coraje de los y las paraguayas y el de aquellos niños que murieron defendiendo a su nación.

Luis Felipe María Fernando Gastón de Orleans, más conocido como el Conde D´Eu, nieto del Rey Luis Felipe I de Francia  y yerno  del emperador Pedro II de Brasil, llega al Paraguay en el verano de  1869. Su suegro lo había designado en reemplazo del marqués de Caxías, comandante del ejército brasileño en operaciones.

En agosto de  aquel año las fuerzas aliadas ya habían ocupado Caacupé, destruido los hornos de fundición de hierro de Ibicuy, asolado Piribebuy y continuaban avanzando quemando a su paso, las poblaciones  que encontraban, violando a las mujeres, degollando a los viejos y  a los heridos. El General paraguayo Bernardino Caballero se alejaba del lugar ayudado por ese  ejército de niños que empujaban carretas cargadas con municiones y  alimentos; los pocos soldados a su mando, cargaban anticuados fusiles y cañones de corto alcance.

Al llegar al paraje denominado  “campo de Acosta Ñu” quedaron atrapados en el terreno y rodeados. No tenía opción, debía enfrentar al enemigo con los soldados que le quedaban y camuflar a los chicos con barbas postizas, algunas realizadas con chala de maíz o pintando sus rostros con carbón. Vestidos con los uniformes rojos que quedaban, portaban fusiles hechos con palos de madera que a la distancia intentaban parecer “un ejército bien preparado”. Había que engañar al enemigo, ganar tiempo para que el Mariscal López continuara su marcha hacia Cerro-Corá.

La Caballería del Imperio brasileño al advertir que solo eran niños los que combatían, sintiéndose engañado, arremetió con fiereza y crueldad,  degollando y acuchillando aquel “ejercito de inocentes”.

El historiador brasilero Julio José Chiavenatto escribió “… niños de seis a ocho años, en el fragor de la batalla, despavoridos, se agarraban a las piernas de los soldados, llorando que no los matasen. Y eran degollados en el acto. Al caer la tarde y cuando la batalla estaba terminada las madres de los niños paraguayos salieron de la selva para rescatar los cadáveres o socorrer a los pocos  sobrevivientes. Fue en ese momento que el Conde D´Eu ordenó, prender fuego los pastizales del campo de batalla quemando vivos a las madres y a los heridos caídos. Las tropas brasileras, cumpliendo las órdenes de ese loco príncipe, empujaban a punta de bayoneta adentro de las llamas a los que intentaban salir de la fogata. No se conoce en la historia de América del Sur por lo menos, ningún crimen de guerra más hediondo que este”.

Más de 3000 niños murieron en esa batalla, los aliados solo tuvieron 46 bajas.

La Guerra del Paraguay o de la Triple Alianza, fue el Genocidio más grande del Siglo XIX; es la historia más ocultada de nuestra historia. Se necesitó de los ejércitos más poderosos de aquel momento y el respaldo del Imperio Británico para vencer la heroica resistencia del pueblo paraguayo.

Gobernado por Francisco Solano López, el Paraguay poseía Altos Hornos de fundición, fábricas metalúrgicas, de arsenales, el primer ferrocarril de Latinoamérica, astilleros, navegación a vapor,  líneas telegráficas eléctricas que unían Asunción con Paso de la Patria; era la única nación de América Latina que no tenía deuda externa y era acreedora de Alemania y Rusia. Fomentaba además la educación pública y gratuita, defendía el derecho a la tierra y a la alimentación.

Al finalizar el conflicto, el país quedo devastado por las pérdidas demográficas, económicas y territoriales. Fueron asesinados aproximadamente un millón de paraguayos y se puso fin al intento de desarrollo autónomo y proteccionista más importante de América del Sur de aquellos años.

La firma del Tratado de la “Triple Infamia”, tenía como finalidad acabar con el Tirano, garantizar la Libertad de expresión, la democracia  y el Libre comercio; estas fueron las excusas  utilizadas en aquel momento para declararle la Guerra al Paraguay.

La táctica empleada contra López no es nueva: demonizar al enemigo o al adversario. Se pronuncian y escriben las mentiras más infames y construyen una indignación prefabricada que justifica la invasión a un territorio, la barbarie contra un pueblo o la destrucción de una nación, como es en este caso.

Hoy, esos mismos argumentos se repiten para desestabilizar a los gobiernos populares de la región. Cambian los actores y los nombres pero los objetivos son los mismos. Debilitar nuestras democracias e impedir, sin importar los costos, el desarrollo soberano de nuestras naciones que luchan por lograr el bienestar de nuestros pueblos.

(*) El autor comenzó su actividad política en el Partido Intransigente y el Frente Grande, fue senador provincial en los ’90 y durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner se desempeñó como ministro plenipotenciario de la Cancillería. En los últimos años, también participó activamente de la labor de la COPPPAL, organización que nuclea a partidos políticos de Latinoamérica.






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