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Las maravillosas golondrinas de Berisso

10:12hs
viernes 8 de marzo, 2024


Por Juan F. Klimaitis ([email protected])


Desde hace aproximadamente un mes, los cielos de Berisso se han visto envueltos por las tardes en un espectáculo milagroso de vida silvestre. Estos momentos fantásticos no han pasado desapercibidos para el ocasional transeúnte. Se trata de los preparativos para la migración de las golondrinas, criaturas meticulosamente adaptadas por la evolución, que cambian de rumbo en busca de nuevos calores para asegurar su existencia. Sólo necesitan la luz del verano, cuya disminución debido a la proximidad del otoño les indica, a través de sus hormonas, que es hora de emprender el viaje hacia el norte. Este trayecto les proporcionará nuevos espacios llenos de claridad, insectos y lugares para descansar y aliviar la fatiga de su peregrinación.

Ocurrió una jornada vespertina, el 6 de marzo pasado, cuando sobre la densa arboleda de fresnos americanos de la avenida Montevideo y 15, centenares de ejemplares de la llamada Golondrina Doméstica (Progne chalybea) intentaron establecerse en el ramaje de la floresta mencionada para pasar la noche hasta el día siguiente. Sin embargo, al mismo tiempo y debido a la competencia natural por el espacio adecuado, surgieron hordas del Estornino Pinto (Sturnus vulgaris), una temible invasora de no hace mucho tiempo, que disputaron en violentos vuelos, parecidos a dispersas nubes, el lugar para pernoctar.

Estos últimos, en menor número, pero de igual manera copiosos individuos en apretadas bandas, giraban en el cielo a mediana altura, entremezclándose en su vuelo con las golondrinas. El espectáculo desarrollado, con una cantidad tan grande de aves en vibrante movimiento, por momentos muy desperdigadas y por instantes en nutridos «enjambres» cual hormigas voladoras, cruzándose, subiendo y bajando a ras de la copa de los árboles o remontándose con nervioso y evidente aletear, atrajo la mirada de muchas personas. Estas se aglomeraron en la respectiva esquina de la avenida, contemplando semejante fenómeno.

Una antena de radio, de imponente estatura, junto con sus tensores de acero, estaba siendo ocupada por los estorninos. Estos, de mayor tamaño y plumaje oscuro, se destacaban contra el fondo celeste, a diferencia de las escasas golondrinas que también habían encontrado lugar allí. Sin embargo, a medida que los minutos avanzaban antes del anochecer, ninguna de las dos especies dominantes tomaba la decisión de descender y ocupar posición de descanso en las ramas de los árboles circundantes. Como resultado, sus vuelos se dispersaban constantemente, aumentando en velocidad en momentos de urgencia, pero sin llegar a tomar la decisión de bajar.

Personal del MOCIA (Museo Ornitológico y Centro de Interpretación Ambiental) presente en el lugar, equipado con cámaras de alta precisión y prismáticos, pudo verificar este fenómeno, ya observado previamente en varios lugares de Berisso en días anteriores a la fecha de este hallazgo. Además, pudieron apreciar otras especies de aves que se habían establecido rápidamente entre el follaje al acercarse el anochecer. Se constató la presencia de un considerable número de Tordos Renegridos (Molothrus bonariensis) y gorriones, que, ajenos en su proceder, no participaban de la disputa entre las dos especies dominantes. Golondrinas y estorninos, a pesar de ser muy multitudinarias en comparación con los moradores ya establecidos, continuaban sin tomar una decisión definitiva.

La noche se acercaba presurosa, y la atmósfera continuaba colmada de diminutas y rasantes manchas cada vez más negruzcas. De repente, una enorme ave se hizo presente, atraída por la disponibilidad de lo que consideraba fácil presa: un juvenil de Gavilán Mixto (Parabuteo unicinctus), común habitante de la trama urbana. Posó expectante en un poste de electricidad, a la espera de ubicar su alimento en movimiento. El ir y venir alocado a esa altura de los acontecimientos no le dio la oportunidad de aprovecharse con rapidez de una captura. No obstante, se arrojó entre el follaje de un fresno, donde reposaban renegridos, gorriones y algunas golondrinas, capturando a una de estas. Comiendo su cabeza, de alto contenido nutritivo, arrojó el resto del cuerpo al suelo. Mientras tanto, el resto de la fauna voladora, advirtiendo la presencia del depredador, enloqueció aún más, elevándose y girando en torno a las copas de los árboles, con temor, pero con la premura de bajar a sus perchas de descanso nocturno. El gavilán, ya dubitativo, tomó la decisión de marchar.

Con la decisión de una anónima orden, el conjunto de golondrinas, a las 20 horas y envuelto en la penumbra de la temprana noche, se precipitó al unísono sobre el espeso entramado de ramas. Compartieron la cercanía de renegridos y gorriones, así como de ejemplares aislados de estorninos y otras especies no reconocidas entre la sombría urdimbre vegetal. El cielo quedó despejado, con el celeste templado del anochecer buscando el silencio de la tregua. Abajo, la fronda, de improviso, restalló en un intenso y continuo murmullo de voces discordantes en su despareja unidad, que no cesó por un instante. Era el desesperado aliento final del agitado batir de alas, tal vez durante horas, de un migrante de aves adultas y jóvenes, dispuestas a reparar fuerzas por unos pocos días más antes de suplementar sus organismos con insectos y partir, al final, hacia derroteros boreales, hallando refugio en los cálidos trópicos sudamericanos.

Una vez más, la Golondrina Doméstica reafirmaba su destino anual, su constante ir y venir, hasta finalmente recalar cada año en nuestra región como una asombrosa y atractiva residente estival.

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