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Autonomía municipal e independencia económica

9:38hs
domingo 5 de mayo, 2024


Por Marcelo F. Rodriguez (*)


Lejos quedó aquel 3 de abril de 1957, cuando por Decreto Ley 4656 la Provincia de Buenos Aires se dictaminaba la creación del partido de Berisso, una ciudad pujante a través de la instalación de frigoríficos, una cooperativa textil y la Destilería de YPF entre otras actividades. Una ciudad que para ese entonces contaba con una población aproximada de 39.000 habitantes de los cuales cerca de 8.000 eran extranjeros.

Por aquel entonces, la Comisión Popular Pro-Autonomía de Berisso constituida por la Asociación Amigos de Berisso y distintas Instituciones fomentaba la creación de una ciudad autónoma y uno de los principales  argumentos era que los impuestos que pagaban sus habitantes no volvían en obras para la ciudad.

Y en este punto me voy a detener y desarrollar el contenido de la nota, ya que no soy historiador.

Transcurrieron 67 años de ese momento y uno cuando habla de autonomía lo primero que se le viene a la mente es decir “bien… si soy capaz de generar mis propios recursos para hacer frente a mi presupuesto de gastos está perfecto, no veo motivo para no independizarme”… Y lo vemos en la vida misma cuando uno decide ser independiente, abrirse de una relación laboral o de un grupo familiar.

Sesenta y siete años después me pregunto si se puede hablar seriamente de Autonomía cuando los distintos gobiernos no tienen la capacidad de gestión para generar recursos económicos y financieros que le permitan acompañar el crecimiento de la ciudad.

¿Están dispuestos los distintos gobiernos municipales y sus habitantes a poner sus esfuerzos para tener una ciudad equilibrada, con un sistema tributario justo, donde se destinen los recursos (no solo económicos) a proyectos productivos locales, donde se pueda lograr el tan anhelado equilibrio fiscal a través del incremento de la recaudación y la disminución del gasto público?

Hace unos años, el Centro de Estudios Metropolitanos realizó un estudio sobre la Dinámica Fiscal de unos 40 municipios incluidos algunos que componen el AMBA, el que ubica a nuestra ciudad como uno de los seis distritos con mayor déficit fiscal primario.

Últimamente se viene planteando la necesidad de modernizar la gestión del Estado municipal y mejorar su recaudación para de esta forma compensar con esos recursos el gasto producido por las distintas demandas poblacionales.

Lo que está ocurriendo en nuestra ciudad en los últimos años (y no hablo de una gestión, ni de un gobierno en particular) es simple: el aumento del gasto no está siendo acompañado en forma proporcional por el aumento de la recaudación, lo que provoca desequilibrios fiscales que luego deben ser cubiertos a través de distintos ATN o endeudamientos. Esto lo vemos año tras año, certificando que el grado de dependencia respecto del gobierno provincial es cada vez mayor.

Los municipios tienen la responsabilidad de administrar en forma eficiente y comprometida los recursos económicos que generen, para lo cual se debe tener la convicción de cobrar las tasas independientemente de la zonificación y los servicios que se brinden según la Ordenanza Fiscal Impositiva. No olvidemos que el uso del suelo de por si representa un hecho imponible. Se debe tener conciencia que el primer hecho imponible es el de vivir en la ciudad y que si la ciudad es de todos también la mantenemos entre todos.

El acto de responsabilidad ‘comprometida y compartida’ significa que desde el Estado municipal se debería decir “como te cobro una tasa tengo la obligación de prestarte el servicio” y viceversa desde el punto de vista del ciudadano “como el ente recaudador (en este caso el Municipio) me brinda el servicio, como contribuyente tengo la obligación de pagarlo”. Recordemos que a diferencia de un impuesto, las tasas se encuentran vinculadas de manera inescindible a la prestación del servicio.

Los motivos de la baja tributación local pueden ser atribuidos a distintos factores. En primer lugar hay que reparar en una realidad económica que es transversal e impacta directamente en los ingresos personales, impidiendo a la ciudadanía cumplir con sus obligaciones. Cuando una familia decide como gastar sus ingresos obviamente prioriza la atención de sus necesidades básicas, el pago de servicios (luz, gas, telefonía), impuestos y por último las tasas municipales.

En segundo lugar, al trazar una segmentación geográfica nos encontramos con que existen barrios que aun recibiendo los servicios que provee el Municipio no se encuentran incorporados como contribuyentes y/o no pagan regularmente las Tasas. Esto tiene que ver netamente con la Gestión fiscalizadora del municipio.

Hoy, con las herramientas que brinda la tecnología, es imposible que haya bases catastrales y partidas desactualizadas, construcciones no declaradas y ocupaciones de terrenos fiscales sin que el gobierno municipal no lo sepa.

Si teniendo los recursos (personal, equipamiento, tecnología, áreas de fiscalización) el Municipio tiene un índice de cobrabilidad por debajo del 16% claramente no estamos hablando de un deficiencia técnica sino política y de gestión.

En tercer lugar, no puede pasarse por alto el descontento generalizado de la población, que quizá no vea una relación entre lo que paga y la calidad de la contraprestación que recibe.

Me pregunto entonces si podemos hablar de autonomía e independencia con ese indicador y cuando al cierre del ejercicio 2022 la estructura tributaria estuvo compuesta por un 21% de Recursos Propios y un 79% provenientes de la Coparticipación y transferencias de los Gobiernos Provincial y Nacional.

Otra forma de mensurar el grado de dependencia económica municipal es evaluar los recursos provenientes de la coparticipación y conocer el peso relativo que posee dentro de la estructura presupuestaria del municipio, es decir coparticipación bruta sobre presupuesto de gastos municipales. A mayor porcentaje de incidencia de la coparticipación sobre el presupuesto total, mayor grado de dependencia tiene el Municipio.

Sesenta y siete años después de decretada la Autonomía, nos encontramos con un Municipio con más de 100.000 habitantes, algo más de veinte barrios y la sensación que las distintas gestiones -por políticas públicas erróneas- han conspirado contra el desarrollo económico y productivo de la ciudad.

(*) Con conocimientos y formación en Control de Gestión de la Administración Municipal, el autor se desempeñó como coordinador de proyectos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ligados sobre todo al fortalecimiento municipal.






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