Un importante número de usuarios enfrenta un problema crónico: la escasa presión con la que llega el agua a los domicilios impide el llenado de los tanques, aunque se encuentren a una altura mínima. La situación parece extenderse en los últimos tiempos a barrios que no experimentaban la falla hasta hace poco. La necesidad de contar con agua para afrontar necesidades elementales asociadas a la higiene y la salud lleva a muchos vecinos a instalar pequeños motores con los que traccionar el agua hacia las alturas. Además del costo que ese esquema acarrea (en algunos casos el sistema se complementa con un tanque cisterna al nivel del suelo), la intervención del dispositivo eléctrico terminará afectando aún más la provisión. Se trata de uno de los ejemplos más claros de lo que es un círculo vicioso.
Para encontrar testimonios que reflejen el cuadro de situación sencillamente basta con recorrer algún barrio y conversar con dos o tres vecinos. Si uno no registra el problema, seguramente lo hará el segundo o el tercero.
Marcelo vive sobre 122 bis, en La Franja. Su caso puede tomarse como un caso testigo. En el verano 20/21 ya la pasaba mal. Ahora la pasa incluso peor. Sólo sale, y casi textualmente, un hilo de una canilla ubicada a tres metros de la línea municipal y unos 50 cm. por encima del nivel de piso. “Este año el agua no llegó al tanque, siendo que vivo en una casa en una sola planta, y el tanque está a una altura mínima. Solamente llega de a ratos, en horas de la madrugada, pero solo en invierno”, menciona. “Me cansé de reclamar, pero jamás pasaron a verificar, algo que prometió ABSA ante cada reclamo. Y por cierto los reclamos fueron muchos”, indica también.
En su casa desde hace 25 años está instalada una cisterna y una bomba con automático, pero muchos de los vecinos utilizan una bomba ‘directa’.
La impotencia frente a la falta de agua y respuesta llevó al usuario a tratar de encontrar una solución dirigiéndose oportunamente a la Autoridad del Agua, organismo que instó a ABSA a dar una solución al problema en un plazo perentorio, plazo que venció hace meses sin ser acatado, lo que hace que la frustración y la bronca sean todavía más grandes.
Decisión
La semana pasada, el usuario volvió a escribir al AdA, para transmitir que su disposición jamás fue cumplida y anticipar su decisión de dejar de pagar por un servicio que no se presta, incluso tratándose de un servicio esencial.
“El problema se ha agravado a tal punto que desde el sábado 8 la presión es cercana a cero y durante varias horas al día no tenemos nada de agua”, expresó. “Hasta la solución definitiva del problema, aplicaré mi propia y única medida posible: mientras el servicio no cumpla los estándares exigidos, no abonaré factura alguna. No corresponde que lo haga, pues no estoy obligado a pagar por un servicio inexistente”, completó, sin esperar a esta altura acuse de recibo y pensando en iniciar acciones legales para tratar de obtener en algún momento un resarcimiento.
“Me hubiese conformado con un poco menos, pero van demasiados años de hartazgo”, comentó al hacer referencia a este último envío, con el que probablemente se sienta identificado más de un usuario.
