Las Representantes Culturales de las colectividades se presentan en un ciclo producido por Berisso TV.
El sábado 8 de octubre se elige a la Embajadora de la 45ª Fiesta Provincial del Inmigrante. Este domingo, a través de una producción de Berisso TV, conocemos a Bárbara Funes Horbal Bochenska, Representante Cultural de la Colectividad Polaca.
Un millón de ‘paisanos’
No resulta fácil determinar el número exacto de polacos que inmigraron a la Argentina, teniendo en cuenta que hasta 1919, al llegar al puerto de Buenos Aires eran registrados como rusos, alemanes o austríacos. Sin embargo, la colectividad ocupó hasta 1945 el cuarto lugar entre las que llegaron al país. Varias décadas después, en 1999 puntualmente, se estimaba que vivían en Argentina alrededor de un millón de polacos y descendientes.
Entre las historias que aportan datos de la inmigración figura la que establece que los primeros polacos en arribar a territorio argentino fueron soldados de Napoleón, que luego lucharían en las batallas por la Independencia. Tampoco está ausente la referencia a algunos polacos contratados luego por el gobierno argentino para realizar tareas de cartografía o para que se dedicaran a la enseñanza, la medicina, etnografía o geología.
Sin embargo, la inmigración polaca organizada comenzó en 1897 con 14 familias procedentes de la región de Galitzia, claves para el desarrollo de la provincia de Misiones.
Entre las dos guerras mundiales (1918-1939) llegó una gran oleada inmigratoria, conformada mayoritariamente por campesinos, que se dispersaron por todo el país. En este período se fundaron varias asociaciones de polacos en localidades del conurbano bonaerense, entre ellas Lavallol, San Justo, Valentín Alsina, San Martín y Quilmes. Se creó también la Unión de los Polacos en Argentina, con sede en Capital Federal.
Entre 1946 y 1950 llegaría el último gran grupo, constituido por más de 16 mil ex-soldados refugiados de guerra.
En Berisso, la historia de la colectividad en términos institucionales comienza a contarse en febrero de 1912, cuando arriba al puerto porteño don Antoni Moszynski, jefe de una numerosa familia polaca. Allí conoce por casualidad al señor Urbanski, dueño de una imprenta en tierra de frigoríficos, en la que finalmente decide radicarse. Con un grupo de paisanos, Moszynski decide crear una Asociación que los mantuviera ligados con la cultura de su patria.
Organizada en 1913 en una casa de madera y zinc, la “Unión Polaca en Berisso” adquiere en 1917 el local de su sede, ubicada hasta el presente en calle Nápoles 4222. Las instalaciones, en las que funcionó desde los primeros tiempos un grupo de teatro y una escuela de idioma, fueron bendecidas en 1930, año en que además llegó un profesor de Varsovia portando 17 libros de lectura y 336 de textos, con los que se inauguró la biblioteca “María Sklodowska de Curie”.
Otros hitos importantes en la historia de la colectividad fueron la fundación de un grupo de boy scouts (1935), la colaboración con el Comité Patriótico por la Liberación de Polonia (en la post-guerra), la celebración del cincuentenario de la Unión (1963) y la primera peregrinación a Luján (1968), tradición que se conserva hasta el presente. Otro hecho fundamental fue el ensamble en 1994 del ballet “Poznan-Przyjaciel”, que unió a dos conjuntos preexistentes, el “Ballet Polaco Poznan” (Encuentro) y otro denominado “independiente” que actuaba con el nombre de “Przyjciel” (Amistad). Hoy, el conjunto es orgullo de la colectividad por sus presentaciones en diferentes escenarios del país y del exterior.
Brindis, tuteo, santo
El brindis por la fraternidad («bruderszaft») es un gesto de amistad. Rehusar tal brindis, con el pretexto que fuera, será interpretado por un polaco como un insulto. Es que consumada la ceremonia, la relación entre dos personas deja de ser ‘formal’ y se convierte en ‘personal’.
El tuteo entre polacos implica una relación de confianza que otorga potestades pero también deberes. Entre estos últimos figura el de acordarse del Santo, una fiesta más importante que en cualquier otra cultura.
