No se cuentan en gran cantidad las empresas que consiguen trasponer los ochenta años de trayectoria ininterrumpida. Tampoco es frecuente que su actividad haya sido llevada adelante por integrantes de cuatro generaciones familiares con el mismo apellido.
La firma Domingo González y Cía. SA, dedicada al tratamiento y procesado de la conchilla, es uno de esos casos notables, dentro de un rubro que en el país tiene escasos exponentes.
El iniciador de este camino fue Domingo, hijo de un inmigrante llegado desde Valencia y nacido en el barrio de la Boca en 1905. Tras una primera experiencia laboral en la provincia de Córdoba, el pionero se radicó en la década del ’40 en Berisso junto a su esposa Margarita y sus cuatro hijos varones.
Sus descendientes cuentan que trabajó en varias empresas hasta que abrió su propio taller en el que se dedicó sobre todo a reparar maquinarias y equipos de los quinteros que en aquella época sumaban una importante cantidad.
Cumpliendo esos menesteres y en su relación con avicultores, fue que comprendió la importancia del carbonato de calcio para la formación de la cáscara del huevo.
Movido por su carácter entusiasta, curioso y de enfrentar desafíos, afrontó la propuesta de una firma porteña para llevar adelante el proyecto de lavado, molienda y selección de la conchilla, elemento que contiene un alto porcentaje de carbonato de calcio, de origen orgánico, ya que son depósitos de restos fósiles milenarios y sobre los que Domingo ya había estudiado.
En 1943 en la zona de Los Talas, junto al arroyo La Bellaca, el proyecto se hizo realidad y a base de esfuerzo e ingenio la planta tuvo un funcionamiento sostenido que pronto comenzaría a brindar sus réditos. El desarrollo no fue fácil en tiempos en los que acceder a información y avances tecnológicos no era algo de todos los días.
Una de las características de aquella nueva empresa fue que las máquinas fueron diseñadas y fabricadas por el propio Domingo, para lo que necesitó de la tarea manual de sus hijos y colaboradores.
Por entonces, el secado de la conchilla se efectuaba al sol, con las complejidades que eso acarreaba, por lo que en 1950 se levantaron nuevos galpones y se amplió el procedimiento mecánico, aliviando en parte la tarea y mejorando notablemente los procesos y rendimientos.
El inestable contexto económico en el que navegó el país durante estas ocho décadas marcó diferentes etapas para la familia, aunque esos contextos no detuvieron la modernización y el desarrollo de estudios para encontrar nuevas propiedades y productos de la conchilla que se comercializan en el país para la avicultura. Esa política empresarial les permitió mantenerse en el tiempo vinculado a la molienda y al lavado del producto.
El incremento de la demanda de conchilla para la avicultura y especialmente para el sector ganadero, fue otro de los impulsos para sumar equipamiento que potenció las variantes que ofrece este elemento natural bruto y se pasó de la molienda completa de las cargas a una clasificación previa que permitió el ahorro de energía y tiempo.
El alto nivel de producción también hizo con el paso del tiempo de valerse de infraestructura como la de los silos para abastecer con material acopiado la demanda.
Un producto y varias alternativas
Desde la propia firma destacan que desde el año 2007 certifican bajo normas ISO 9001 y que en la actualidad son proveedores de productores y empresas elaboradoras de nucleos minerales en todo el país, aportando al desarrollo de la avicultura, ganadería, producción porcina, equinos y pequeñas mascotas.
La extracción de la materia prima que comenzó en zonas cercanas se extendió luego sobre la traza de la Ruta 11, partidos como Castelli, Chascomús, Pipinas y Punta Indio, con una cartera de clientes de destinos a todos los puntos cardinales de la Argentina.
La conchilla, como se expresó antes, juega un papel principal en su calidad de complemento para la nutrición de ganado bovino, porcino y de aves de corral, entre otras especies. Como definición, puede decirse que es un material asociado a restos fósiles con una antigüedad estimada en seis millones de años, ricos en carbonato de calcio y libres de impurezas. Se trata de calcio de primera calidad y su naturaleza orgánica no afecta en nada al animal y lo ayuda en el crecimiento en forma natural.
Luego de ser extraída, la conchilla se transporta en camiones propios hasta la planta de Berisso, previamente lavada en cantera. Paso seguido se llega el proceso de secado en horno a 300º para eliminar todas las impurezas, quedando el material deshidratado y esterilizado.
Posteriormente se la somete a diferentes procesos de separación y limpieza. En esta fase pasa por molinos de trituración y es clasificada en distintas granulometrías, según las necesidades requeridas para cada especie animal.
Durante todas esas instancias el material es controlado y analizado por el laboratorio de la misma empresa. Asímismo y de manera previa se toman muestras en una serie de lotes identificados desde cada yacimiento de extracción para su análisis y en función de determinar si cumple con los requisitos internos establecidos para su liberación.
Tras el acopio y proceso en planta vuelve a ser analizada para su posterior entrega como producto terminado y apropiadamente acondicionado.
