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Don Emilio Piesciorovsky, un caballero de fina estampa

11:36hs
sábado 20 de mayo, 2023



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De fina estampa, mirada clara y espíritu inquieto, el viernes 11 de mayo falleció Emilio Félix Piesciorovsky. Había nacido el 23 de febrero de 1937 en el histórico barrio de la Nueva York. De madre argentina y padre ucraniano creció junto a dos hermanos. Sin embargo, la diferencia de edad lo unió en crianza a sus primos Vladimiro y Olga con quien compartía tardes de juegos y actividades en una casa donde había siempre música. Es que su tía María, que se había recibido de Ingeniera Química en Praga decidió no trabajar en el frigorífico porque “era de chapa” y tocaba el piano. El primer instrumento que ejecutó Emilio, en cambio, fue el violín.

Cursó su educación primaria en la Escuela N° 14 de calle Barcelona entre Baradero y San Nicolás. Cuando egresó, continuó su formación en el Colegio Nacional de La Plata y luego en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, donde recibió su título de abogado en el año 1964.

Las horas de estudio iban a la par con las de trabajo y las dedicadas a los clubes del barrio y a la Asociación de Cultura Ucrania Prosvita, a la que se asomó para integrar la orquesta de mandolinas y años más tarde la banda estable de la institución.

Trabajó en el Armour entre 1954 y 1957. Un año más tarde ingresó en la Municipalidad y durante la gestión de Santiago Bassani fue designado Asesor Letrado hasta que el Honorable Senado de la Provincia de Buenos Aires lo nombró como Juez de Paz Letrado del Partido de Berisso. Fue el primero de Berisso.

Los bailes que se celebraban en las colectividades hicieron que conociera a Wanda Rosa Kublinski. En el salón polaco, su compañero de orquesta y futuro padrino de casamiento fue quien vaticinó el futuro amoroso. “Esa polaquita te mira mucho, metete”, le dijo. Y así fue que para 1962 fue testigo de la unión entre el ucraniano y la polaca. La pareja se mudó a la calle Perseverancia y tuvo cinco hijos: Emilio Carlos, Silvina, Carolina, Alejandro y Andrés. Sus tiempos marcaban el de la familia. Los domingos esperaban que llegara de la radio para almorzar, siempre y cuando no hubiera partido en el CEYE.

Porque al margen de su vida familiar y sus actividades profesionales, tuvo una destacada participación en las entidades de bien público. De joven, cuando todavía vivía en la calle Unión, fue parte del Centro de Fomento Camoatí, donde organizó bailes y fue DJ. En 1962 se incorporó al Centro de Estudiantes y Egresados que nació como Centro Cultural. Se sumó como colaborador a la comisión, hasta que en 1973 fue elegido presidente, cargo que desempeñó sin interrupción hasta 1992.

Durante su gestión se amplió la sede social, se construyó un gimnasio que posibilitó la práctica de básquetbol y voleibol y se trabajó en el mantenimiento y crecimiento de la Biblioteca Popular Mariano Moreno.

Atento a sus raíces, asumió roles dirigenciales en Prosvita, colectividad de la que fue secretario. Difundiendo las tradiciones del país creó la audición “Música y canciones de Ucrania” junto a Eugenio Juzwa sobre finales de los años ‘80, cuando radio Difusión funcionaba en la calle Industria y participó en el programa radial “Ucrania Habla y Canta”, que acaba de iniciar su temporada 29.

Tuvo además un papel activo en las gestiones para la construcción del monumento al poeta Ucranio Taras Shevchenko en la plaza Almafuerte. Es por eso que su partida, que generó tristeza en diferentes ámbitos del distrito, representó un duro golpe para los integrantes de la colectividad con sede en Montevideo y 13.

Inquieto y abierto a las más diversas expresiones de la cultura, coleccionaba discos de jazz, blues. Con su padre hablaba en polaco y en su fascinación por los idiomas estudiaba portugués, inglés y ucranio. Leía y se compraba instrumentos. Ejecutaba el banjo, la mandolina y cada instrumento que llegara a sus manos. Formó parte de la cantoría Ars Nova y Ejerció la docencia en la Escuela de Enseñanza Media 1. Junto a su amigo Carlos Adam, impulsaban y llevaban el cine y el teatro a los barrios. También participó de la conformación de movimientos artísticos como Mutandis. Era un padre generoso. Era buen amigo.

Abrazó la fe en uno de los pasajes más tristes que le tocó vivir cuando perdió a su hijo Alejandro. Emilio admiraba la fortaleza que la vida espiritual le había dado a su esposa Wanda, quien se crió con un padre que llegó sólo de Polonia, devoto de la Virgen de Częstochowa y que cada día, antes de abrir la carnicería, iba a misa. Además el bisabuelo paterno de Emilio había sido sacerdote en Ucrania.

Cuando se desató la guerra de Malvinas, Emilio trabajaba como radioperador en el Municipio. Desde allí recibía las noticias de lo que ocurría en el conflicto bélico. Como miembro del Rotary Club impulsó desde la institución el homenaje en 1983 para las víctimas de la guerra, hHomenaje que se realiza hasta hoy en el Parque Cívico, donde un monumento recuerda a los caídos. Fue la primera institución del país en realizar el reconocimiento.

Emilio se fue con 86 años y la lectura pendiente de un libro que le pidió a su hija Silvina la semana pasada. Continuaba comprometido con la causa de Ucrania.






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