Fue secuestrada por la Dictadura en 1976 y sus restos pudieron ser identificados por la labor del Equipo Argentino de Antropología Forense.
Se llevó a cabo este viernes, en el Cementerio Parque, la ceremonia de inhumación de los restos de Hilda Farías, militante berissense secuestrada por el régimen de facto iniciado en 1976.
Sus restos fueron hallados en el cementerio de San Martín y pudieron ser identificados este año por estudios de ADN que encaró el Equipo Argentino de Antropología Forense.
El emotivo encuentro contó con la participación de varios familiares. “Fueron cuarenta y tres años esperando. Sentimos alegría porque Hilda vuelve a su Berisso natal y alegría, dentro de tanto dolor, por el acompañamiento de tantas personas que la recuerdan y la tienen presente y la sigue queriendo”, expuso su hermano Alberto, agradeciendo al EAAF por su labor y al intendente Fabián Cagliardi por ponerse a disposición para que la ceremonia pudiera concretarse.
Sumándose a la cita, el subsecretario provincial de DDHH, Matías Facundo Moreno, consignó que este tipo de encuentros representan una reparación histórica, al ‘saldar una deuda que el Estado tiene con su propio pueblo’. Del mismo modo, consideró que impulsan “a seguir trabajando para construir la patria que nuestros compañeros, detenidos y desaparecidos soñaban”.
Junto a representantes de organizaciones de Derechos Humanos, a integrantes de la Comisión Permanente por la Memoria, a la presidente del Concejo, Vanesa Queyffer, al Secretario de Producción, Roberto Alonso, y a otros ediles, la concejal Miriam Larrañaga definió a la jornada como ‘muy movilizante’. “Después de tantos años de búsqueda, se logra terminar un duelo”, manifestó, contraponiendo casos en los que el duelo es eterno al no poder identificar los restos de las personas asesinadas.
Su nombre en una calle
En 2012, por una decisión que compartieron los representantes del Ejecutivo y el Concejo Deliberante de entonces, el nombre de Hilda Farías fue impuesto al tramo de calle 7 que se extiende de 122 a 131. El hogar de la militante estaba localizado justamente en 7 y 131.
