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Los puentes de una golondrina

El nido lleno

13:11hs
viernes 1 de febrero, 2019


Por Julio Milat (*)


Foto: Julio Milat

La golondrina tijerita (Hirundo rustica) es una especie que visita nuestro país en temporada estival y que a comienzos del otoño migra al hemisferio norte, para nidificar allí.

En nuestra región se la observa en ambientes naturales abiertos y de pastizales, pero rara vez en ambientes urbanos. También se la encuentra en Europa, Asia y África.

A comienzos de los años ‘80 se publicó el primer registro de nidificación en nuestro país, en la provincia de Buenos Aires, precisamente en Mar Chiquita. Con el correr de los años, una parte de su población comenzó a extender su área de nidificación hacia el norte de la provincia, abriéndose en un abanico hacia el centro y oeste de la misma. Hoy, además, hay registros en Santa Fe, La Pampa, Río Negro y en el vecino Uruguay.

Pero quedaba una zona en el NE de la provincia de Buenos Aires sin registros: el sector más densamente poblado cercano a la ciudad de Buenos Aires. Y una vez más Berisso, con su enorme riqueza natural, nos sorprende y aporta los primeros registros de nidificación de esta golondrina.

Hace unos días encontré varios nidos en Los Talas y el martes pasado aparecieron 3 nidos más en medio de la ciudad, en la zona del puente Roma.

El hábito de nidificación característico de la especie es hacer sus nidos debajo de puentes, armando una semi-esfera pegada a las paredes laterales. Los nidos en Los Talas eran más accesibles pero llegar a ver los de la ciudad requerían otros recursos.

El canal Genova está ubicado dentro de la ciudad y acompaña uno de los ingresos principales a la misma. El puente Roma es uno de los dos puentes que cruza el canal, con incesante paso de vehículos de todo tipo y permite el acceso a la vecina ciudad de Ensenada.

Ruidos, transito ininterrumpido, bocinas y gente. No parece ser el mejor lugar para nidificar, pero la naturaleza nos sorprende una vez más, debajo de nuestros pies.

Para poder bajar en este puente tuve la colaboración indispensable de los compañeros de Defensa Civil, quienes con absoluto conocimiento y profesionalidad me ayudaron en el descenso, primero armando un arnés que me permitió colocarme a media altura sobre el agua y luego descendiendo un kayak para que yo pudiera constatar la novedosa presencia y fotografiar los nidos. Un trabajo impecable que se coronó con la confirmación de la noticia.

Mientras estaba debajo del puente, tratando de mover el kayak entre los camalotes, observé una pequeña bandada de varilleros de ala amarilla alimentándose entre las plantas, alguaciles volando a baja altura. Un poco más lejos se escuchaban los gritos del Carau, devorador casi exclusivo de caracoles que provee el canal y las parejas de Golondrinas Tijerita yendo y viniendo alertadas de mi presencia en cercanía de sus nidos. Todo un mundo de vida en el mediodía caluroso de un martes en el Canal Génova, curso de biodiversidad a metros de las paradas de micros y la velocidad de los autos; un canal que convertimos en vertedero de nuestros desechos, cuya limpieza ordenamos casi en forma permanente, porque trae ratas y mosquitos, sin ojos para ver otras interesantes circunstancias. Hemos perdido la capacidad y los sentidos para apreciar los fenómenos de la naturaleza en la vereda de enfrente. Como estas golondrinas, que apuestan a la vida y se meten en la ciudad para ser más, pero pasan desapercibidas debajo de un puente por el que diariamente pasan miles de personas.

Para dar con los nidos encontrados en Los Talas fue fundamental el aporte de Eduardo Tambussi, quien recorriendo caminos el año pasado me informó de sus sospechas sobre la presencia de esta especie. También el de Silvina Mara Collado y Julián Collado, quienes me llevaron al lugar de los sucesos y se alegraron conmigo ante la confirmación del hallazgo.

En lo que hace a los nidos urbanos, debo agradecer la colaboración del Director municipal de Defensa Civil, Conrado Barrueco, quien accedió gentilmente a mi pedido de ayuda.

También cabe un agradecimiento muy especial a Walter Villarreal y a Juan Manuel Pérez Wilson, quienes se esmeraron en todo momento para que se pudiera cumplir el objetivo, me cuidaron y me trataron de forma excelente.

A lo largo de muchos años el personal de Defensa Civil participó y me avisó de muchos encuentros y rescate de fauna en nuestro partido. Trabajan todos los días en infinidad de tareas y les agradezco esta última, un pequeño operativo de poco más de una hora pero con los mejores resultados.

Recorro a diario las orillas del canal Génova y el año pasado pude descubrir la silueta de esta golondrina sobrevolando y alimentándose entre los camalotes. Hoy podemos confirmar esta noticia: una estrella más para un Berisso natural, un tesoro más para este humedal urbano.

Creo que lo peor que nos puede pasar es perder nuestros sentidos, mutilarnos lentamente en las sensaciones que nos provoca la naturaleza. Dejar de percibir.

Tengo una golondrina que los puede curar.

(*) El autor es director del MOCIA (Museo Ornitólogico y Centro de Interpretación Ambiental, dependiente de la Dirección municipal de Cultura)






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