La idea surgió entre 1998 y 1999, cuando Marcelo Rodríguez, advirtió que la ciudad exhibía una importante demanda en el rubro y había mercado para una propuesta innovadora en materia de festejos. Alpina -hoy “Alpina Meeting House”- se inauguró en el año 2000 y superó recientemente la barrera de las cinco mil fiestas.
Para su responsable, es motivo de orgullo que chicas que festejaron algún cumple en el lugar, vuelvan para organizar allí las fiestitas de sus hijos.
Un rasgo distintivo del espacio, como lo define Rodríguez, es que fue ‘específicamente pensado para ser lo que es’. “Me contacté con un constructor y le comenté que siempre me había gustado el estilo alpino. Era un proyecto que excedía lo que él estaba acostumbrado a hacer porque iba a tener 12 metros de largo, pero acordamos llevarlo adelante”, menciona al evocar la construcción de la particular casita de calle 13 entre 157 y 158.
Actualmente, el salón cuenta con 290 metros cuadrados cubiertos, distribuidos en una parte inferior, en la que funciona un comedor para adultos en el que pueden ubicarse con comodidad unas 40 personas, y un primer piso, en el que funciona el comedor con capacidad para unos 35 chicos. Otro espacio fundamental es el de la sala de juegos, emplazada sobre unos 60 metros cuadrados, que alberga un circuito con pelotero, laberinto, inflable, metegoles y el espacio en el que en general se desarrolla la animación. La cocina, completamente equipada, está a la vista, para que las familias puedan ver cómo llevan adelante su labor los responsables de preparar los alimentos. También hay barra y ‘panchería’.
“Tomamos cada fiesta como si fuera nuestra. Nada queda librado al azar. Estamos en los detalles y al lado del cliente y hacemos eje en atención y limpieza, que creo son las características diferenciales de nuestro espacio”, expone el titular del emprendimiento, que fue adaptándose a cambios que fue experimentando la sociedad.
Otro rasgo que considera vital es el de tener en primer plano la necesidad de trabajar en equipo. “Acá a la hora de trabajar no hay escalafones ni jerarquías. Todos hacemos todo lo que cada situación exija y apuntamos a que quienes vienen a colaborar (por algún servicio tercerizado) adviertan eso, se comprometan y compartan este sentido de pertenencia”, afirma.
Los efectos traumáticos de la pandemia parecen haber quedado atrás. “Cuando se decreta el aislamiento teníamos reservadas 15 fiestas. Hicimos un esfuerzo importante para devolver todas las señas”, explica el emprendedor, describiendo que incluso fue necesario acudir a créditos para afrontar diferentes obligaciones.
Así y todo, se puso empeño en no esperar inmóviles la vuelta de los festejos. En ese camino, se generó por ejemplo un deck cervecero que hoy se exhibe como un rincón preferido de quienes llegan al lugar para un festejo o un encuentro empresarial o de negocios.
El premio a la paciencia y a la porfía de no bajar los brazos llegó avanzado el 2021 con un ‘aluvión’ de fiestas. “La gente tenía mucha necesidad de volver a celebrar y acá estábamos, listos para ofrecerle lo mejor”, manifiesta Rodríguez.
En todo este tiempo de actividad, por el que agradece a cada persona que aportó su granito de arena para que la propuesta se consolide, las exigencias del público fueron ‘afinándose’. “No tuvimos que cambiar en cuanto a trazos generales del diseño, pero sí adaptarnos a clientes, adultos y los propios niños, que exigen todo el tiempo cosas nuevas”, afirma.
