En los últimos días, el Juez Guillermo Atencio resolvió que Waldemar Pollice, el hombre de 26 años que acuchilló a 6 personas en la zona de 9 y 163 el pasado 3 de septiembre, es inimputable, por lo que fue absuelto de las causas por lesiones leves y tentativa de homicidio.
La medida se resolvió luego de conocer las pericias que establecieron que “al momento del hecho que se le imputa, por presentar alteración morbosa de sus facultades mentales, no pudo comprender la criminalidad del acto y/o dirigir sus acciones”.
Se definió también que “por mantener las causales de peligrosidad para sí y/o terceros, Pollice debe continuar bajo tratamiento psiquiátrico”.
Silvia Geymonat -quien fue herida gravemente por Pollice- se sintió inquieta frente al rumor de que su agresor quedaría en libertad. Y no dudó en publicarlo en las redes ‘para que no le pase a nadie más’.
Horas más tarde, con la tranquilidad del fallo, rectificó su respuesta por Facebook. “Es muy peligroso. Es un chico esquizofrénico. Si no está medicado se brota y agrede. Acá a la vuelta está el hogar San Martín, podría haber sido una catástrofe”, repasó, insistiendo en que volvería a intervenir si advierte que alguien está en peligro.
“Si algo me dejó de enseñanza este hecho es que lo peor que uno puede hacer es no meterse. Una comunidad es un conjunto de seres humanos vinculados a través de la solidaridad, y esa solidaridad se demuestra a través de la defensa, de lo instintivo. Lo tecnológico un poco lo mató, hay que volver a eso, a la solidaridad. Sabemos que la sociedad está agresiva. Me tocó a mí aunque nunca lo hubiese imaginado. Si queremos que nos ayuden, tenemos que ayudar”, remarcó.
Silvia todavía avanza en su recuperación. Volvió a trabajar en la panadería de la que salió en defensa del abuelo agredido y cursa sus últimas materias de Historia en la Universidad Nacional de La Plata. “Lo físico no es nada. La cabeza sí me cambió. La agresión me impresionó. Después tuve que aceptar en segundos que nadie me iba a ayudar y que iba a morir. ‘Llegó mi hora’, pensé. Lo acepté con paz. Sentí que me moría, pero moría contenta, porque era una situación útil en la que moría. Siempre me meto. A pesar del susto, me sirvió para pensar que debo meterme mucho más. No quiero dar lecciones ni consejos, pero merece la reflexión de todos. Hay que ayudar para que nos ayuden. Hay que intervenir. Si te matan, es parte de la vida. Si llega por defender a alguien, bendito sea”, compartió.
Su compromiso para con el otro también lo vio reflejado en la comunidad. Después de la agresión la visitó el Intendente Nedela, el director del Hospital, Alfredo Zanaroni, personal policial y vecinos que hasta hoy le dejan mensajes o regalos.
Si bien Silvia pudo sortear la traumática situación sola, sintió que era la hora de comenzar a buscar ayuda psicológica para cerrar un capítulo que puso en riesgo su integridad física, pero que también la retribuyó con el apoyo y el cariño de propios y ajenos.
