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El futuro ambiental de Berisso

21:20hs
jueves 6 de julio, 2017


Por Julio A. Milat, responsable del MOCIA (Museo Ornitológico y Centro de Interpretación Ambiental, dependiente de la Dirección de Cultura de Berisso)


Concluyó junio, mes en que se festejó el Día del Medioambiente, una fecha impuesta por el hemisferio norte (que recibe la primavera), pero que muchos tratamos de recordar mostrando las riquezas y los problemas ambientales de la región.

Hace 29 años que trabajo en el Municipio de Berisso (30 si contamos el año ad- honorem), lo que me permitió ver una parte importante de nuestro desarrollo como partido.

En los primeros años, mi trabajo en el Museo Ornitológico (único museo Municipal) fue estudiar la diversidad de aves que sobrevolaban nuestros cielos. Con el tiempo empecé a comprender que las aves viven en ambientes naturales cuyo funcionamiento y complejidad asombrarían a cualquiera.

Y nos convertimos con el Museo en comunicadores de la realidad ambiental de Berisso, trayendo noticias al centro con material de primera mano recogido en el lugar de los hechos, brindando incansablemente los conocimientos y las imágenes a escuelas, instituciones y público en general.

Berisso es un partido chico que permite transitar el bañado de Maldonado, extenso humedal cuya función principal es actuar como esponja y salvarnos de muchas inundaciones.

Y recorrer los talares y pastizales que dan nombre a una localidad del partido; sí, porque Los Talas debe su nombre al bosque nativo más representativo de la costa de la provincia de Buenos Aires, el mismo bosque que cuando éramos partido de La Plata, recorrían y estudiaban gigantes de la botánica de este país como Ángel Cabrera o Lorenzo Parodi.

Y las canteras de extracción de conchilla, testigos fósiles  del antiguo mar que cubría el territorio, hoy convertidas en espejos de agua y refugio  de una increíble fauna acuática.

Y el monte ribereño, corredor verde, lugar de producciones artesanales, que permitió la realización de una de las fiestas más importantes como la del Vino de la Costa.

Y llegar a las orillas del río más ancho del mundo, el mar dulce de Solís, nada menos que la segunda cuenca de América del Sur haciendo de límite de nuestro partido. Todo eso en una semana.

Estos suelos, estos montes, este río, permitieron a los primeros pobladores y a nuestros abuelos inmigrantes forjar sus destinos y hacer de este paisaje su lugar en el mundo.

Pero poco o nada se ha hecho para proteger estos recursos ambientales y poder legarlos a las generaciones futuras.

Heredamos el patrimonio cultural (saberes, culturas y tradiciones) y el natural (paisajes, ambientes, flora y fauna) y con ellos forjamos nuestra identidad como berissenses. Uno no existe sin el otro, pero lo que compete al legado natural se pierde a un ritmo acelerado y el Estado Municipal continúa ausente: no planifica, no protege ni controla.

Falta de planificación y de control

La ‘mancha’ urbana se extiende sin límite alguno. La gente hace lo que puede y lo que quiere, se lotean bañados y siempre hay una asociación ilícita preparada para vender terrenos en la luna.

En el reino del revés, los terrenos se ocupan precariamente y después llegan los servicios, el agua, la luz, las mejoras. Entonces el Estado municipal actúa como bombero apagando incendios transformados en reclamos de la gente para lugares inhabitables desde el sentido común. Y la falta de planificación y control le cuesta caro a un municipio de bolsillos flacos.

Hemos rodeado al mayor Polo Petroquímico de la región, o él nos ha rodeado a nosotros, esto incluye a YPF, Copetro y Puerto La Plata.

Desde hace años y hasta ayer recogemos de nuestras casas y nuestras ropas una alarmante cantidad de hollín o particulado, como más les guste, proveniente de Copetro o  de YPF, que se turnan en sus emisiones para que no nos aburramos.

Respiramos ese hollín y Dios o el destino saben las consecuencias para nuestra salud, hecho que nunca conoceremos porque no hay institución oficial (y otra vez el Estado) llámese Dirección de Salud, Hospital de Berisso, que cuente con estudios o estadísticas de cómo nos afecta vivir al lado de esta selva de chimeneas humeantes. Sepan disculpar si hay estudios: la población y yo no los conocemos; quizás estén guardados en el fondo de algún cajón.

Otro gigante de la región, Puerto La Plata, construyó una Terminal de Contenedores con una inversión de 500 millones de dólares, pero ningún verde de esa valija fue destinado a impacto ambiental, a subsanar la perforación de una napa de agua salada durante su construcción que vertió miles de litros durante semanas a un reservorio de vida como el delta de Río Santiago. O a evitar el relleno de 50 has de un paisaje protegido con barros contaminados por un problemita de “costos”.

Vamos por dos años y medio y esta terminal nunca funcionó. Recuerdo que en aquellos momentos quien hablara en contra de este proyecto era declarado no menos que ‘traidor a la patria berissense’.

Se hablaba de 700 camiones por día (están las notas para releerlas). Me imagino hoy yendo a La Plata en hora pico e intentar pasar por la rotondas Favaloro, 122 y 60 o 122 y 52 en medio de semejante procesión de camiones… El colapso de tránsito ensombrecería el cuento de Julio Cortázar “La autopista del sur”.

Muchos afirman que para hablar de temas ambientales debemos sentarnos con los grandes de la región, ya aquí mencionados, pero con una posición fuerte y de control y no como lo hemos hecho siempre, extendiendo la mano en actitud limosnera para recibir el dinero para la carpa o auxiliar cualquier otra necesidad que permita realizar la Fiesta del Vino o la del Inmigrante.

Unos pocos días de fiesta para que el resto del año nos rocíen de negro o intervengan el paisaje protegido de la costa a su antojo, cuando nuestra posición no debería ser menos que la de un Estado Municipal serio y eficiente que vele por el bienestar de su población. O algo así expresa nuestra Constitución Nacional.

Basta remar por los canales aledaños a Río Santiago y ver la infinidad de embarcaderos improvisados con poderosas embarcaciones amarradas y el ruido de motosierras y desmalezadoras, despachándose a su antojo y ocupando el lugar que nos pertenece a todos.

O ver el estado en que se encuentra hoy el Terraplén costero, convertido en poco más que una senda y lleno de basurales y autos quemados.

Los Talas crece en forma exponencial: un gran negocio inmobiliario que compra y vende sin preguntar nada. Primero se corta todo e irónicamente el valor trepa por un terreno “despejado y libre de malezas” y no por el valor de preservar el ambiente original.

Se lotea, como en el barrio Alto de los Talas, hasta la misma orilla de la cañada La Bellaca. Los alambrados llegan hasta el agua. Parece que nadie le avisó a esa gente que las orillas de la cañada eran un bañado porque justamente en épocas de lluvias desborda y descarga las aguas del Maldonado. Hemos tenido infinitos ejemplos de las consecuencias de rellenar un humedal, pero los hechos se repiten sin razón ni criterio.

Sumado a la inacción municipal en esta temática -remarco ‘de ahora y de hace años’- tenemos una instancia superior de control. Es el caso del OPDS (Organismo para el Desarrollo Sostenible), máxima figura ambiental de la provincia de Buenos Aires. Entre otras cosas es el organismo de aplicación de la Ley de Paisaje Protegido (ley provincial que dice que cualquier intervención en el paisaje debe presentar un informe de impacto ambiental y un plan de restauración del mismo).

Cuando el año pasado Puerto La Plata arrasó cientos de árboles en Isla Paulino para hacer un camino nuevo a la playa y una vez más convertirse en dueño del territorio, el OPDS en vez de aplicar la ley y sancionar, le ofreció al Puerto un convenio servido en bandeja de plata en el cual el organismo le entregaría plantas nativas a cambio de computadoras y televisores. Este acuerdo, paradójicamente, se firmó el Día del Árbol y ningún personal del OPDS pisó la Isla Paulino. El mensaje remite a la época de la conquista… espejitos de colores a cambio de territorio… ¿Qué se hizo desde el municipio  en este caso? Nada.

Recibimos en nuestras playas el mayor caño cloacal de la región, con los desechos de La Plata, Ensenada y Berisso. Miles y miles de m3 se vuelcan sin ningún tratamiento.

En el año 1999, ABSA inauguró una planta de tratamiento para procesar estos vertidos, pero hasta hoy no funciona o lo hace parcialmente.

Promocionamos nuestras playas al turismo pero en el medio de ellas volcamos los restos de todos los inodoros de la región…

Y a unos pocos kilómetros, en Ensenada, tenemos la toma de agua que sale de nuestras canillas. Como diría Discépolo: “… y en un mismo lodo todos manoseados”.

El futuro interpela al presente

Creo que queda bastante claro que el futuro ambiental de Berisso es incierto. Hemos modificado el entorno a nuestro uso y no nuestro uso al entorno. Berisso está en un punto de inflexión; todavía quedan paisajes para preservar y proteger. O despertamos del sueño eterno, o nuestros hijos y nietos deberán buscar en Google para conocer cómo era un tala o un juncal.

Y por favor, no batan el parche diciendo que la ecología o el medioambiente van en contra del desarrollo de un partido. Esa es una falacia repetida por políticos viejos y nuevos que no quieren ver la realidad.

Muchas veces nos tratan despectivamente como ‘los ecologistas’ o ‘los de los pajaritos’, pero en mi caso hablo con la verdad en la mano; me avalan muchos años de recorrer cada rincón de Berisso, estuve en cada lugar.

En estos treinta años he participado de infinidad de reuniones municipales y provinciales, donde se expusieron estos problemas y se hicieron propuestas y recomendaciones que nunca llegaron a ningún lado. Y en estos treinta años he obtenido la mayor experiencia ambiental del partido y los datos de cada ambiente y el impacto del maltrato. Pero parece que es verdad: nadie es profeta en su tierra y a la hora de la búsqueda de soluciones se recurre a convenios con instituciones cruzando los límites del partido que son anunciados con titulares en mayúsculas. Y que en títulos quedan.

Como alguna vez dijo un intendente en una de las tantas actividades que organicé desde el Museo: Si me quedara sentado en el escritorio sin más que esperar a que entre un visitante, estaría cumpliendo con mi tarea. Pero, rara avis como soy, no hay un día en que no levante vuelo en busca de propuestas de interés para la comunidad, que es para quien trabajo.

Ojalá que los que deben tomar decisiones y gobernar sobre este territorio lo hagan también con la verdad y el conocimiento, porque hoy existen las leyes y los conocimientos científicos. Si no los usan, entonces serán doblemente culpables, por pensamiento, palabra, obra y omisión.

Como dije al principio, hoy los tiempos son veloces. Hoy, un par de máquinas amarillas y dos camiones hacen desaparecer en una semana todo rastro natural de cualquier ambiente, arrasando un bosque nativo, rellenando un humedal o una cantera con basura.

Y los funcionarios con toma de decisión en estas prácticas siguen ausentes, seguramente preocupados armando listas para las próximas elecciones, para seguir gobernando ciegos, sordos y mudos, los destinos naturales de nuestra región.

ACLARACIÓN IMPORTANTE. A raíz de un problema técnico, en nuestra edición impresa del viernes 7 no aparece el último tramo de esta nota, situación que procuraremos remediar en la edición impresa del viernes 14.






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