En marzo de 1990, bajo la conducción de la martillera Mabel Cardoney y de Omar, uno de sus hijos, abría sus puertas en la esquina de calle 12 y 162 Norte la Inmobiliaria Aguirre. Tres años más tarde, se sumaba al equipo Marcelo, hijo de Mabel y hermano de Omar, para conformar el esquema de un emprendimiento familiar que en el año 2001 mudó su sede al actual local en 14 entre 166 y 167.
“En estos treinta años pasamos por distintos momentos. Esta actividad, como la de los comercios minoristas, es un reflejo de la actualidad del país. Los vaivenes siempre estuvieron al día; en muy pocos momentos se vivieron épocas de estabilidad”, describe Marcelo Aguirre, quien desde hace quince años se encuentra al frente de la inmobiliaria.
El martillero recuerda que tres décadas atrás eran escasas las firmas que se dedicaban a la actividad. “Cuando nosotros arrancamos estaban funcionando las inmobiliarias de ‘Rulo’ Ibarra, Martínez Streg, Fortuna y Roberto Collado. Recuerdo cuando empezamos y todavía no sabíamos mucho cómo era este tipo de negocio”, rememora. “Como anécdota puedo contar que para tener una cartera de clientes más importante pusimos en venta las casas de unas tías, las que en realidad no las tenían ofrecidas. Fuimos aprendiendo con el tiempo, pero siempre pensamos en darle para adelante a pesar de las crisis y los malos momentos. Elegimos quedarnos en Berisso, más allá del retroceso que se ve, en comparación por ejemplo con Ensenada”, menciona también.
La mudanza de oficinas a principio de la primera década del nuevo milenio coincidió con la profunda crisis que afectó al país en todos los órdenes. “En esos tiempos estuvimos a punto de cerrar. La gente no podía pagar los alquileres y en esos casos nosotros garantizamos a los propietarios el cobro con nuestros recursos”, describe Aguirre al referirse a aquellos años. “Dentro de las medidas que se tomaron, entre ellas el ‘corralito’, hubo un beneficio, que fue el de poder realizar transacciones inmobiliarias de compra y venta sin poner el dinero en efectivo. Había un sistema que se llamaba ‘transferencia de cuentas’. Gracias a eso se pudieron hacer muchas operaciones y nos sirvió para salvar los inconvenientes que teníamos”, recuerda en relación a la misma fase.
Consultado sobre la situación actual del sector, apunta que la crisis es profunda. “El mercado sufre un deterioro como nunca se vio; ni en la época del Corralito se dio algo así. Nunca tuvimos tantas propiedades en venta como ahora. En la actualidad tenemos más de 80 para la venta, cuando generalmente teníamos un promedio de 30 o 35. Por otra parte bajaron los precios de acuerdo a la valuación del dólar, porque no hay créditos para la vivienda y las operaciones están restringidas a quienes tienen dólares guardados”, enuncia.
A la vista de dichas condiciones, explica, es inevitable que haya mucha oferta y una muy acotada demanda. “En cuanto a los valores, la media normal en Berisso rondaba entre los 60 o 70 mil dólares y hoy anda en los 40 a 50 como mucho”, describe.
Un esquema opuesto, advierte, es el que exhiben los alquileres. “Nosotros somos seis personas que podemos subsistir gracias a los alquileres. En este caso se da al revés, hay mucha demanda y poca oferta. La nueva ley que sacó el gobierno perjudicó a ambas partes, porque el inquilino tiene que aportar un montón de dinero para poder ingresar a alquilar y el propietario para no quedar atrás inicia con un valor alto, que no es real, pero a los tres años que dura el contrato termina bajo debido a la situación inflacionaria”, detalla.
Más allá de las vicisitudes de los tiempos, el mensaje final es de agradecimiento, a quienes siempre confían en el emprendimiento. “Son más de treinta años de historia por lo que tenemos que decirle gracias a quienes creyeron y siguen creyendo en nosotros”, concluye.
