CULTURA

Marina Rodríguez, ceramista

La Memoria que anima al objeto

12:32hs
domingo 19 de noviembre, 2023



Su fecunda carrera artística tiene bastante que ver con una búsqueda de tipo ‘arqueológico’. Tiene, de algún modo, la llave para intervenir objetos que encierran historias tapadas, que quedarán abiertas ‘para no olvidar’. Uno de sus últimos trabajos constituye un homenaje a los trabajadores ceramistas detenidos/desaparecidos de la fábrica Lozadur.

Marina Rodríguez es artista visual, ceramista y ‘a veces’ -dice- arquitecta. Nació en Berisso y tiene su casa-taller cerquita del monte ribereño donde además de realizar sus obras, brinda talleres de cerámica.

Se formó en la universidad pública en el campo del arte y la arquitectura y trabajó como ayudante de ceramistas y arquitectos, en espacios que le permitieron aprender los oficios “desde otro lugar”.

A lo largo de al menos veinte años exploró en profundidad el mundo de la cerámica, material al que se siente especialmente ligada, que le abrió las puertas para viajar por el país y el exterior, con obras que formaron parte de exposiciones individuales y muestras colectivas en salones y galerías diversas, permitiéndole avanzar en proyectos de investigación.

Su obra parte del concepto de fusión. La génesis es la mixtura y está presente en todas sus piezas, desde la concepción teórica hasta la realización técnica.

La búsqueda surge de la creación de imágenes y objetos visualmente poéticos, que permiten resignificar situaciones domésticas y culturales de la vida cotidiana y del arte popular, que ofrecen una infinidad de lecturas desde una perspectiva contemporánea.

“Mi trabajo está en constante transformación, y busca generar un diálogo con el tiempo y espacio que lo atraviesa, las luces y sombras que habitamos”, describe.

En su proceso creativo, proyecta una imagen y la despieza para reconstruirla con la técnica que en cada caso le quede más cómoda o le resulte apropiada. El trabajo se construye como un ‘collage cerámico’, por eso es siempre diverso y tiene una base lúdica. Puede aparecer una base hecha a mano, o una pieza en molde realizada a partir de alguna ‘baratija’: todo es válido. “Me encanta escudriñar clichés para ignorar el sensus genericus” explica la joven artista.

Concibiendo al arte como herramienta del campo político, desde hace tiempo trabaja particularmente en los escenarios de la ‘arqueología de la memoria’ y la ‘arqueología de género’. Hurga así en la historia colectiva y en la personal temáticas que son “de suma importancia en la agenda política socio/cultural de toda sociedad” y que hacen a su misión como trabajadora del arte.

“Uno no conoce por edad, conoce por afectos y contagios, por influencias, por memorias familiares y populares que de alguna manera se traspasan, se permean de piel a piel, de canto a canto, de falta en falta, de rabia a rabia, de impulso a impulso, de batalla en batalla”, expone, citando a Lemebel.

A la vista

Quienes quieran conocer el trabajo de Rodríguez pueden sumergirse en la cuenta @mrceramica. En un perfil cuidado, están retratados allí trabajos que integran por ejemplo la serie “Fragmentos de memoria” del Colectivo Vértebra, donde junto al artista colombiano/argentino Frank Zárate, la artista berissense trabajaron con ladrillos y fotocerámica. La idea fue ‘construir con la memoria un refugio’ y darle cuerpo a esos fragmentos. El trabajo fue ganador de Becas PAR UNLP.

También puede verse “Mutaciones divinas XL” historias mutantes y ensayos cerámicos en curso de devenir-con, trabajo ganador de Becas Creación del Fondo Nacional de las Artes, o hurgar en el “Proyecto HORNERA”, presentado en la Bienal Internacional de cerámica de Faenza, Italia, o contemplar un audiovisual realizado en Palo Blanco, La Balandra y Los Talas, que invita a reflexionar sobre las huellas de los desplazamientos, sobre cómo construir y crear a partir del ‘no lugar’ o el tránsito.

Quienes visiten el perfil podrán también ver el trabajo denominado “Subsistencia cotidiana” presentada en el Festival de Artistas Ceramistas Mujeres, en La Habana, Cuba, que resalta el papel del feminismo en la vida social de todas las épocas y culturas.

“De orilla a orilla” es un proyecto de correspondencia artística entre dos orillas -La Habana y Berisso- y “RAYAR” un acercamiento del material ladrillo al fuego, mediante el diseño de piezas / crayones de ladrillos (ganador de Becas PAR).

En muchos casos, la artista lleva adelante intervenciones junto a la Comisión Permanente de la Memoria de Berisso, que integra desde hace años. Los trabajos en este caso forman parte de propuestas de señalamiento urbano, por ejemplo con la disposición de Placas x la Memoria Verdad y Justicia. Esta veta también abarca otras obras que se pueden encontrar en galerías y tiendas de la región y el país.

Huellas

La última obra de Rodríguez a la vista es “Resistencia cerámica”, conformada por tres piezas. El trabajo fue parte de la muestra “Los platos y nuestra memoria”, organizada por el Centro Argentino de Arte Cerámico, en homenaje a los trabajadores ceramistas detenidos/desaparecidos de las fabricas Lozadur y Cattáneo.

Según define la artista, la obra fue concebida desde ‘la arqueología’ y acude a recuperar ‘la memoria colectiva’.

“Los platos de la abuela”, línea Festival, fue una serie popular de la empresa Lozadur y habitaba todas las casas. Las piezas podían verse tanto colgadas en las paredes como sobre la mesa, destinadas al uso cotidiano. Sin dudas, dejaron una profunda huella en la memoria de varias generaciones.

En este caso, describe la ceramista, las piezas (platos, tazas, fuentes) fueron donadas por familiares, amigos, alumnos y vecinos de las víctimas de la dictadura militar. “El resultado de esta generosidad es esta obra que se construyó desde lo colectivo”, define, resaltando que se eligieron las últimas piezas fabricadas por los trabajadores de Lozadur.

“Son piezas que tienen sus huellas”, asegura. Y esas huellas se entremezclan con diferentes técnicas graficas de cerámica, detalles en oro y varillas de hierro que la artista empleó para integrar el trabajo.

“Una gran mesa, una olla que se destapa, las huellas, las herramientas como símbolo de lucha, los platos vacíos, sus nombres, sus rostros, la ausencia, y la lucha aparecen en cada uno de los elementos”, repasa la autora. “Es el despiece de un objeto que contiene la historia tapada, hoy abierta para no olvidar. Algunas piezas se apilan, buscando resistir, otras sirven para la contemplación, con la llama que nunca debe apagarse. Frente al negacionismo, aquí trabajamos con resistencia. Y también con cerámica”, concluye.






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