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La ciudad bajo el agua

La necesidad de contar con obras de impacto real

9:20hs
domingo 24 de marzo, 2024



Eventos climáticos como los ocurridos durante esta semana, así como algunos anteriores menos severos, dejan expuesta la necesidad de Berisso de contar con obras de infraestructura de impacto y magnitud.

Si bien es cierto que las distintas gestiones comunales encararon acciones para contrarrestar los temporales, todas han resultado finalmente ser paliativos para situaciones no extremas.

El esquema se presenta complejo en un distrito que creció en número de pobladores y edificaciones, en el que baldíos, casas con largos fondos, bañados y zonas que naturalmente se ofrecían como áreas de escurrimiento o contención del agua, están hoy urbanizadas formal o informalmente. Todo ello sobre un sistema de desagües planificado hace más de cincuenta años y con cañerías que en un gran porcentaje poseen esa misma antigüedad.

El territorio del distrito, está claro, presenta una serie de complejidades a la que no puede sino prestarse atención: se trata de una ciudad ribereña que aloja grandes bañados y exhibe muy pocas pendientes naturales para que transiten las aguas.

Panorama complejo

La construcción del Terraplén Costero resultó ser una respuesta efectiva para los embates de las crecidas del Río de La Plata. De considerable magnitud, la obra permite al casco urbano minimizar los efectos de las sudestadas.

La protección requiere de mejoras casi constantes, como las que se efectuaron hace pocos meses con el relleno y nivelación, con la incorporación de suelo para alcanzar su cota original, la que había sido disminuida por la misma erosión del río. Junto a eso se efectuaron reparaciones y cambios de equipos en las estaciones de bombeo.

Así como se pensó, proyectó y gestionó dicha obra de defensa costera, desde varios sectores y sobre todo desde el conjunto de los vecinos, se piden respuestas efectivas para minimizar los efectos de los temporales de lluvia.

Los acontecimientos del 2 de abril y del 3 de mayo de 2013 marcaron y confirmaron que la situación hidráulica se encuentra en un punto límite, para el orden local y regional, más allá de que en cada ciudad las condiciones son diferentes.

Tras las históricas inundaciones se apuntó a la limpieza y profundización de canales y arroyos como El Pescado, el Mena, La Maza, La Bellaca, Napoleone, del paralelo a la Avenida 66 y las cuencas del Maldonado y del Watzenborn, entre otros, a lo que se agregaron reservorios para escurrir el agua de las calles.

En esos meses se anunciaron del mismo modo proyectos de entubamiento, renovación de acueductos de mayor tamaño y resoluciones de pendientes que finalmente no terminaron de prosperar o no avanzaron firmemente en su concreción.

A pesar de que con distintas frecuencias las tareas de mantenimiento sobre canales y arroyos se han ejecutado a lo largo de los años y de que se han abierto otros conectores y aliviadores, está claro que no son suficientes para el escurrimiento efectivo del agua que hoy se acumula en los barrios.

Del mismo modo no resuelven la cuestión de fondo las obras de desagües pluviales en el caso urbano de la ciudad, como las realizadas por la actual gestión en los sistemas hídricos de las calles 12 (Punta Arenas), 14 (Hipólito Yrigoyen), 21(Grecia) y 29 (Bulgaria).

Paralelamente se construyeron casi 500 sumideros e instalaron más de 3200 metros lineales entre conductos principales y ramales secundarios, que en la práctica lo que resuelven también son situaciones de lluvias normales.

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