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Las aguas bajan turbias

10:58hs
sábado 1 de junio, 2019


Inaugurada antes del año 2000, la planta de tratamiento de líquidos cloacales nunca cumplió con la misión para la que fue creada.


Fueron años de espera. Una obra anhelada por la región que finalmente quedó inaugurada hacia 1999. La planta depuradora de líquidos cloacales de La Plata, Berisso y Ensenada permitiría verter aguas limpias al río y reducir sensiblemente sus niveles de contaminación, convirtiéndose en una obra fundamental para el equilibrio del ecosistema regional. Además se anunciaba como una planta que trabajaba con los procesos más modernos de las políticas mundiales de tratamiento y depuración de elementos urbanos. Así se pondría fin al derramamiento de aguas servidas al Río de la Plata, hecho que generaba contaminación y un desequilibrio biológico de graves consecuencias. Según se anunciaba, a partir del tratamiento, el 95 por ciento de las partículas mayores a los 0,5 milímetros se eliminarían y quedarían atrapadas en el proceso, lo que disminuiría en un 80 por ciento la demanda biológica de oxígeno y facilitaría de manera significativa el proceso de purificación.

Ubicados en 40 y 165, los equipos de origen alemán que integran operaciones de tamizado permitirían la elevación y compactación de elementos sólidos en efluentes urbanos e industriales.

El sistema soportaría 10 mil metros cúbicos por hora de líquidos servidos, con una malla de 0,5 milímetros en los tamices. El proceso de depuración filtraría las partículas de las aguas servidas, y desde un elevador espiral se procedería a la deshidratación, dejando los barros dispuestos en containers.

Hasta aquí, dichos y expectativas. Sin embargo, los anuncios de buenaventura naufragaron y nunca se realizaron controles ni estadísticas respecto de los desechos que se tratan.

“Sólo funciona un proceso de los cuatro que se anunciaron. La planta no está cumpliendo ninguna función en lo que es la descarga en las playas de Berisso. El municipio debería al menos cobrar una tasa de reparación ambiental por el daño que provocan. No es una solución, pero mientras tanto sufrimos el impacto”, describe el responsable del área comunal de Medio Ambiente, Julio Milat.

A partir de esta situación se realizaron varios estudios sobre las características que presenta el agua del río en la zona. La Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) apuntó recientemente a “evaluar la calidad sanitaria de las playas más concurridas de la ribera sur del Río de la Plata, mediante indicadores microbiológicos de contaminación fecal de uso internacional” y a “estudiar los patrones de distribución de esos indicadores biológicos en el agua y en la arena a lo largo de la línea de ribera”. Para ello se tomaron muestras de arenas y agua en las playas de Bernal, Quilmes, Berazategui, Hudson, Punta Lara, Berisso y Magdalena.

Los resultados hablan de que se encontraron ‘diferencias significativas’ de calidad entre las muestras correspondientes a las diferentes playas, con una correlación negativa entre los niveles de contaminación y las distancias a los vuelcos cloacales mencionados.

“En todas las playas, la contaminación de la arena resultó ser mayor que en el agua litoral del mismo lugar. Los valores de contaminación superaron los máximos recomendados para uso recreacional (126 Bact/100ml). Esto implica riesgo sanitario para el usuario, aun sin inmersión. Por contacto directo con la arena podría contraer enfermedades intestinales y afecciones cutáneas. El origen de la contaminación fecal son los vuelcos cloacales sin tratamiento”, sentencia el informe.






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