Lautaro Cabrera ocupa un lugar relevante entre los exponentes locales y nacionales destacados en la práctica del Jiu-Jitsu, un arte marcial con origen en Brasil que básicamente propone luchas cuerpo a cuerpo sobre el suelo sin el uso de golpes y aplicando diversas técnicas para inmovilizar y derribar al contrincante.
Identificado con el barrio Juan B Justo, su barrio natal, Cabrera cumplió el 14 de junio 33 años y es padre de Renata, quien junto a su madre se dedica a la práctica de Kick Boxing.
Carnicero de oficio, su gran oportunidad se presentó gracias a uno de sus profesores, quien es titular de comercios del rubro. “Puedo decir que este es mi primer oficio y realmente es algo que me gusta. Trabajo hace tres años de lunes a lunes con francos los días de semana y entre mis planes está en el futuro tener una carnicería propia”, revela.
Su carrera deportiva comenzó en realidad sobre los cuadriláteros de Kick Boxing, disputando varias peleas amateurs como alumno de Julio Dimaio. Más tarde se inclinó por la práctica del Jiu-Jitsu, disciplina en la que se sintió más cómodo y obtuvo un rápido desarrollo. “Me acerqué a esta actividad por medio de un amigo. Ingresé así a la filial de Cobra Team y después pasamos a ser Cobra Team Central en la ciudad de La Plata con Germán Leder como director, quien es uno de los mayores líderes de esta arte marcial en Argentina”, explica.
Sobre las claves de esta disciplina en ascenso en el país, describe que es ‘como jugar al ajedrez’. “Hay que pensar cada paso que se da, se trata de aplicar llaves, tomas y buscar la manera de sumar puntos sin golpear y están en juego las articulaciones por los movimientos que se realizan. Se trata de mucha técnica y el entrenamiento es constante. En mi caso los hago entre dos y tres turnos por día, con dos específicos de Jiu-Jitsu y otro de físico que sirve para cuidarte más de las lesiones”, indica.
Próximo destino, Río de Janeiro
Con preseas en certámenes locales y en escenarios brasileños, Cabrera se prepara ahora para viajar el 24 de julio a tierra carioca y ser parte de una competencia de Grand Slam que ofrece medallas con el botón mundial. “Esta será la octava vez que viajo a Brasil, pero por primera vez iré a Río de Janeiro. Ya competí en este nivel y alcancé dos medallas de tercer puesto en el Brasileiro de San Pablo. En este caso son todos masters de 30 años para arriba, van los mejores. Para eso me estoy preparando mucho, por un lado en lo físico y por otro en lo mental”, comenta.
Esta competencia contendrá como es habitual enfrentamientos por categorías que se dividen en edades y pesos. Además se ofrece el llamado ‘Absoluto’ en el que compiten en forma unificada personas de ochenta kilos como el caso de Lautaro y otros de más de cien.
Para estar presente en los certámenes internacionales, el deportista local debió utilizar su ingenio y contó con la colaboración de personas, comercios y del Municipio. “Todo fue sacrificio. Desde el primer viaje comencé a realizar rifas y recuerdo que llegué a Brasil con menos de lo justo. Viajamos a Brasil en auto o camioneta porque antes nos salía más barato que ir en avión. Llegábamos cansados pero felices de poder estar presentes”, manifiesta.
Este próximo viaje lo efectuará vía aérea gracias a su profesor, que afrontará el costo. Ahora el objetivo es reunir recursos para cubrir otros gastos, como el de la inscripción en las luchas.
Los buenos resultados le permitieron en su última presentación en Brasil sumar como sponsor a la única marca deportiva que publicita en los torneos internacionales de Jiu-Jitsu. “Ellos me brindan indumentaria, entre otras cosas, bolso, kimono y ropas para competir. Que el dueño de esta marca me haya elegido fue muy importante”, precisa.
Otra vida
“El deporte y sobre todo a través del equipo que me toca integrar me cambió totalmente la vida”, afirma Cabrera.
El deportista cuenta que antes sus días eran distintos. Habla de ellos como ‘poco productivos’ para un proyecto de vida y futuro. “Era vago, un pibe de barrio, de la tribuna de Villa San Carlos, pero sin hacer nada para mí, algo que me sirviera. Llegó un momento en el que me di cuenta que estaba haciendo sufrir a mi vieja, que mi hija estaba creciendo. Tomé un camino en el que me estaba perjudicando, no terminé el colegio secundario y es algo de lo que me arrepiento; hice changas, trabajé en paros de YPF pero hace poco que recién tengo un oficio y un trabajo estable”, narra.
En su relato repasa que años atrás se encontraba encerrado en cosas que no le resultaban positivas y que el alcohol se le estaba haciendo una compañía continua. “Miro para atrás y hay cosas que no volvería a hacer. No hablaba las cosas que me pasaban. Hoy aprendí a respetar y a escuchar. Tengo un grupo de amigos que son de toda la vida que me ayudaron cuando caía como Raquel Córdoba y Katerina Doporto, ellas iban a mi casa y me sacaban de la cama cuando me deprimía. Hoy también tengo un grupo bárbaro dentro del Jiu-Jitsu y entre ellos está mi hermano en el deporte Valentino Biscusi”, afirma.
Otra figura clave de cara a esta nueva etapa fue su psicóloga Liliana. “La terapia me hizo muy bien. Sumé muchas herramientas, aprendí a quererme y a encontrar alternativas para solucionar las cosas”, dice al respecto.
Lautaro Cabrera se toma un respiro entre los entrenamientos y su trabajo para estar con la familia y la gente de su barrio. También se declara eternamente agradecido a quienes le tendieron la mano para encarar los desafíos deportivos. “Desde el comienzo, Catriel Córdoba de Córdoba Seguros está apoyándome, al igual que Julio Dimaio que también lo hace con otros deportistas. Más tarde se sumó el intendente Cagliardi que en cada competencia fue realizando distintos aportes y en la última ida a Brasil prácticamente me cubrió el pasaje y gracias a su gestión puedo tener una obra social. Juan Lizarriaga es otro amigo que tiene panadería y me da una mano. Pero el sponsor más grande es mi mamá Raquel, que es peluquera y siempre está organizando cosas, al igual que mi viejo Walter”, concluye.
