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Microbioma: un aporte a la salud digestiva de las personas

8:51hs
lunes 3 de julio, 2023



microbioma

Durante la semana que pasó se conmemoró el Día Mundial del Microbioma y en ese marco, el Colegio de Nutricionistas de la Provincia destacó la importancia de controlar y mantener en equilibrio los microorganismos que posee el cuerpo humano, sobre todo los albergados en el tracto gastrointestinal.

El microbioma es el hábitat que alberga a comunidades de microorganismos, tales como virus, hongos y bacterias, mientras que la microbiota comprende todos los organismos vivos que forman el microbioma. Existe el microbioma vegetal, el marino y el humano. Este último es el conjunto de todas las comunidades microbianas que residen en el cuerpo y están distribuidas en los tractos gastrointestinal, genitourinario y respiratorio, en las cavidades oral y nasofaríngea y en la piel.

El ecosistema microbiano del intestino incluye especies nativas que colonizan permanentemente el tracto gastrointestinal y una serie variable de microorganismos vivos que transitan temporalmente por el tubo digestivo. El intestino humano es el reservorio de bacterias más grande del organismo: su población microbiana incluye unos 100 billones de bacterias de unas 500 a 1000 especies distintas.

“Si bien solemos darle a la palabra bacteria una connotación negativa, en el intestino hay bacterias ‘malas’ y bacterias ‘buenas’ que conviven en equilibrio conformando lo que llamamos microbiota intestinal”, aclaró Lucila Fagnani, licenciada en Nutrición (MP 6491), matriculada en el Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires.

La también licenciada en Nutrición (MP 1090) María Paula Bidegain acotó que las bacterias nativas se adquieren al nacer y durante el primer año de vida, mientras que las bacterias en tránsito se ingieren continuamente a través alimentos y bebidas. “La relación del organismo humano con su microbiota intestinal es de simbiosis ya que el primero proporciona hábitat y nutrición, y la segunda contribuye de modo importante al funcionamiento normal del organismo”, explicó.

Fagnani estableció que cada vez se conoce más acerca del impacto de esta microbiota en el cuerpo. Por ejemplo, se sabe que interviene en la modulación del sistema inmune; en la regulación del sistema nervioso, fundamental en el desarrollo del cerebro, el aprendizaje y la memoria; en la síntesis de vitaminas; y en la defensa del propio intestino al ataque de gérmenes patógenos, entre otras.

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Cuando esta microbiota se desequilibra, el intestino se inflama y se vuelve permeable, permitiendo que pasen a la sangre sustancias que normalmente no deberían pasar. Esto puede traer consecuencias en el propio intestino como así también en otras partes del cuerpo.

“Hoy en día se relaciona a una microbiota disfuncional con enfermedades como la obesidad, la diabetes tipo 2, el síndrome metabólico, la depresión y la ansiedad”, señaló Fagnani. “Además, se cree que tendría una gran importancia en el desarrollo de eczemas, rinitis, asma y alergias; en enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple o la diabetes tipo 1; y en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson”, añadió luego.

La microbiota se puede modular para bien y para mal. Así, hay diversos factores que pueden afectarla negativamente. Algunos comienzan antes del nacimiento, como es el haber tenido una madre gestante con sobrepeso. Otros factores son la alimentación de los recién nacidos con leche vacuna o de fórmula, en reemplazo de la leche materna; el consumo de alcohol, de antibióticos y de antiácidos; el estrés; el sobrepeso y la obesidad; las dietas ricas en grasas y azúcares y carentes de fibra.

Dentro de los factores que la afectan positivamente y que contribuyen a la buena salud intestinal se encuentran el nacimiento por parto vaginal; la alimentación de los bebés con leche materna; y la actividad física recurrente.

La alimentación específicamente influye de manera inmediata en la composición de la microbiota intestinal, pero es la sumatoria de factores lo que permitirá sostenerlo a largo plazo.

“Una alimentación rica en fibra, frutas y verduras, cereales integrales, proteínas mayoritariamente de pescado, ácidos grasos mono y poliinsaturados tendrá efectos positivos en cuanto a salud y a un desarrollo de microorganismos potencialmente beneficiosos”, afirmó Bidegain.

Asimismo, es importante el uso de probióticos y prebióticos. Los probióticos son microorganismos vivos que, administrados en cantidades adecuadas, ayudan a restablecer el equilibrio de la microbiota intestinal. Su uso, se recordó desde el Colegió, debe siempre ser indicado por un profesional de la nutrición.

Los prebióticos son carbohidratos no digeribles que actúan como sustrato (alimento) en el colon para las poblaciones bacterianas benéficas. Entre los principales alimentos se encuentran el puerro, el alcaucil, los espárragos, el ajo, la cebolla, la papa y el arroz integral.






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