CULTURA

Una escultura en homenaje a Siete Sacos

Para que perdure el recuerdo

17:52hs
sábado 22 de agosto, 2020


La obra, construida en cemento, fue recientemente culminada por Walter Dobrowlañski. Se instalará en la zona del Puente 3 de Abril.


Fue bautizado “Siete Sacos” por superponer sobre su cuerpo prendas de abrigo. El correr de los años y su deambular por las calles del distrito lo convirtió en un personaje tan querido como enigmático.

En los últimos días, el artista Walter Dobrowlañski terminó una escultura de aproximadamente 1,60 metros de alto, 1 metro de ancho y 1,10 de profundidad a través de la que los berissenses lo podrán recordar en la zona del Puente 3 de Abril.

Si bien trabaja generalmente en madera, material del que se confiesa enamorado, el escultor construyó al personaje berissense en cemento para que la obra pueda perdurar en el tiempo. La técnica se llama cemento directo. Se realiza una estructura de metal y después se rellena y modela la figura.

Para desarrollar el trabajo, Dobrowlañski fue convocado por el intendente Cagliardi. En 15 días, después de realizar el proyecto que se inició con la búsqueda de documentación, el trabajo estuvo concluido. Ahora espera en el Vivero Municipal el momento en el que pueda ser emplazada.

“La propuesta me generó una satisfacción enorme porque Siete Sacos es nuestro. En dos oportunidades visitó mis muestras. Levantó su pulgar, pidió su cigarrillo y se retiró. Está dentro de mi corazón”, observó el artista.

La historia que conoce es la que conoce buena parte de los habitantes de la ciudad. Hubo muchas versiones respecto de por qué eligió la vida por la que se lo conoció públicamente. Ninguna fue confirmada. “Como artista, por sus ojos y su andar, puedo imaginar que cargaba con una culpa muy grande”, arriesga el responsable de esculpir su figura.

Siete sacos vivió muchos de sus días en la entrada del Hospital Mario V. Larrain, donde lo asistían con su higiene y comida. Caminaba lento, arrastrando los pies. No hablaba y hacía señas para pedir cigarrillos. Y aunque nunca existió documentación que lo certifique, la justicia dictaminó que se lo llamara Juan Carlos Rodríguez. Y tuvo su DNI.

Se dijo que llegó de Uruguay, que era médico, que perdió a su familia en un accidente. Quién sabe. En los últimos años, después de estar ausente por un tiempo, se quedó en el Hogar de Ancianos Bartolomé Daneri, donde murió en septiembre de 2017. En breve, la escultura lo recordará en uno de los clásicos espacios donde se sentaba a fumar en compañía de algún perro.

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