CULTURA

Poco amigo del streaming

11:09hs
domingo 18 de octubre, 2020


Si bien no descarta ofrecer presentaciones en el formato impuesto por la pandemia, Pablo Giménez extraña el ida y vuelta con el público, mientras avanza en diversos proyectos.


Con lo que juntaron su papá y su tío, tuvo su primera guitarra cuando tenía cuatro años. No fue un esfuerzo menor. El papá de Pablo había quedado desempleado después de ser parte de la huelga que tuvo lugar en 1968 en la empresa YPF. El regalo llegó después del pedido que hizo insistentemente el pequeño, habitual espectador de los ensayos del tío en el living de su casa.

Sondeando posibilidades acústicas, todavía niño, solía encerrarse en el baño, ubicado en el fondo de la tradicional casa chorizo y, sentado en el inodoro, apelaba a una técnica que, supo años más tarde, habría implementado por ejemplo Paul McCartney al crear “Yesterday”. Salieron así los primeros acordes.

Ya inserto en la educación formal, ingresó al ‘conserva’ torio (se encarga de distinguir) Gilardo Gilardi y a la Escuela de Arte. Pero no funcionó. Los libros lo aburrían. Fue la curiosidad, explica, la que lo llevó a descubrir su camino y a que la música fluyera.

Con ese marcado perfil autodidacta, se nutrió también de otro gran recurso a mano de cualquier berissense: el de la música de las colectividades. Sus abuelos fueron yugoslavos llegados en tiempos de la Segunda Guerra y se transformaron aquí en trabajadores de los frigoríficos. En casa se hablaba yugoslavo y con 12 años, Pablo no dudó en sumarse a la colectividad en la que su tío cantaba junto a Anna Barich, dupla que actuó por ejemplo en el teatro Astral. No era la única colectividad a la que estaba ligado, ya que en el Club Vostok indagaba en el mundo de los malabares y la danza.

Días de pandemia

Pablo fue bajista de bandas consagradas como “La Portuaria” y trabajó en espectáculos junto a artistas como  Soledad Villamil y Martín Bossi.

Cuando se declaró la pandemia, como todos sus pares, debió adoptar otra metodología de trabajo. El caso es que no se siente del todo cómodo con el ‘streaming’, definiéndose como un ‘bicho del vivo’.

No le quita el cuerpo a algunas experiencias virtuales, como una colaboración con las “Madres del Dolor”, pero decididamente no es lo suyo. “Falta adrenalina”, asume, señalando que el formato estrella de los días de Covid impide ‘leer’ a los espectadores mientras se toca.

Sin la posibilidad de tocar en shows, tiempo, energía y necesidad de subsistencia lo acercaron a otros quehaceres. Con sus ahorros grabó colaboraciones para colegas de España y Holanda y ahora trabaja en “Nuestra Música”, material al que da forma junto a su primo Lisandro Pejkovich. Ocasionalmente, surge la posibilidad de colaborar con otros proyectos y también ahí dice presente.

Pablo trabaja en forma independiente. Genera su material y lo publicita. Tiene cinco discos en Spotify y los define como trabajos con música ‘no comercial’. Mientras se cocina el nuevo material, avanzado en un 70%, el público puede disfrutar de su talento en redes, en temas grabados en solitario o con artistas invitados.

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