CULTURA

Que veinte años es todo

11:02hs
domingo 26 de junio, 2016


Tras dejar su cargo como director de la Escuela de Arte luego de dos décadas, Gerardo "Cuco" Guzmán dirige una sentida carta de agradecimiento a la comunidad educativa.


Gerardo Cuco Guzmán

Mi último día como director de la Escuela de Arte de Berisso se precipitó, como suele ocurrirme, pese a haber sido un proceso buscado y estipulado con la antelación que una jubilación requiere.

El día en cuestión fue el martes 31 de mayo de 2016, en el turno mañana. En esa jornada vi caras un poco asombradas y tal vez hasta incrédulas. Como seguramente estaba la mía.

A partir de ese momento se sucedieron saludos entrañables, palabras hermosas por el cariño y los elogios, los recuerdos y los buenos augurios, en la Escuela y en “Montevideo y 11”, el programa de radio en FM Difusión. Me hago chiquito cuando las escucho o cuando los abrazos me aprietan y me dan calor y abrigo. Tantos años…

Este es un mensaje de agradecimiento a la Escuela de Arte, un lugar que como platense de origen, descubrí y amé con los años. A su vez para un Berisso que lentamente deslumbró mi vida y me hizo crecer.

Tantas, tantas cosas. Veinte años allí, entre aulas, talleres, conciertos, muestras, visitas ilustres, calderas, mobiliario, contralores, mesas de examen, llaves infinitas perdidas y encontradas, docentes, alumnos, preceptores, auxiliares, padres, inspectores, compañeros de la gestión. Tantas caras, voces, músicas, formas y colores, gestos y actos. Alegrías y tristezas, rabietas, asombros, renovaciones y desafíos.

Empecé como docente cuando nos albergaba la Escuela 2, en 1988, como suplente del querido Mario Carpinetti. En 1996, el 4 de noviembre, concursé como director, impulsado entre otros por el mismo Mario. A tientas, incierto, inexperto. Las primeras experiencias, dudas, acciones, errores, desafíos, ganas de huir.

Siempre me interesó que además de un centro de enseñanza, la Escuela se proyectara como una potenciadora de experiencias artísticas diversas, originales y abiertas. Era lo que más me entusiasmaba como director. Y creo que esa idea fue el motor de tantos años.

2001 me arraigó en Berisso y su Escuela con una insospechada energía y conciencia del rol social y artístico a cumplir y defender.

Recuerdo como anécdota el 17 de agosto de aquel año, durante el Acto por San Martín (en una Argentina demolida por un Estado neoliberal que desde su propia banca económica y desde un proyecto generalizado, había confiscado y corrompido los bienes materiales y simbólicos a todo un pueblo, con los docentes perdidos en un paro sostenido por casi tres meses). En ese momento Gloria Valle leyó el poema “Patria”, de Borges.

En el Playón Municipal, bajo una lluvia pertinaz y con las banderas de los alumnos del distrito, no ondeantes al viento sino arrugadas y chorreando agua, casi invisibles contra las astas, las palabras de Gloria sonaron no sólo apelativas sino obligatorias. La anécdota se transformó en una vivencia poderosa. “Nadie es la patria, pero todos lo somos”.

En ese instante, me advertí definitivamente a cargo de una función, de una defensa y una lucha. Como el personaje de alguna historia de ficción, sentí que mis pies se aferraban en una tierra hablada tantas veces, pero como nunca reconocida como propia: la tierra de los inmigrantes, del peronismo, de las huellas de la lucha obrera y de un futuro de nuevos relatos, niños y jóvenes, luces e innovaciones.

La Escuela de Arte me constituyó como persona. Me consolidó, me dio coordenadas, perspectivas, deberes y derechos. Me hizo articular la vida, mi vida, como algo que merece ser pensado, diseñado, organizado, puesto en obra, evaluado.

Y muchos sonreirán escuchando a Cuco Guzman decir esto, con su perfil informal y supuestamente distraído y complaciente. No niego esta faceta, obviamente. Pero el diálogo que sostuve con la Escuela fue fundante y actuó para mi interior, como un ancla activa y móvil entre realidad y sueños, entre bohemias y concreciones, entre hallazgos y encuentros. Me otorgó perspectiva y vectorialidad.

Gracias infinitas a todos por estos años asombrados y valientes. Gracias por sostener la educación de y para todos, gratuita, pública, libre, democrática, abierta, creativa, honesta, sin sospechas, confiada, responsable y académicamente valiosa.

Una alegría enorme además de saber que la Profesora Cecilia Soto estará a cargo junto con un equipo maravilloso de especialistas, de conducir esta nave de esperanzas y logros en el arte y el conocimiento, seguramente con saber y perspectiva de unión, organización optimizada y futuro.

¡Muchas emociones en estos días! Compañeros de gestión entrañables, directivos y colegas que me llevo en el alma, preceptores ejemplares, auxiliares que están en las paredes y en mi corazón para siempre, alumnos y cooperadores, inspectores que tanto colaboraron, medios de comunicación, como aquí el Semanario El Mundo, siempre generoso con la Escuela y hoy permitiéndome esta despedida. Gracias también a los colegas de la Municipalidad y la gestión provincial, compañeros de ruta y de una línea de trabajo y de proyectos situados y fértiles.

¡Cuántas cosas! ¡Gracias a la Escuela y a Berisso y a todos los que me regalaron parte de mis mejores años! ¡Hasta siempre, en el corazón y en el ejemplo de vida, solidaridad, saber y construcción colectiva!

Prof. Dr. Gerardo ‘Cuco’ Guzmán.

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