La historia contemporánea de Eslovenia está profundamente ligada a la de Yugoslavia, país del que fue pilar importante. Primero en la Yugoslavia monárquica y más tarde bajo el gobierno socialista del mariscal Tito, Eslovenia se convirtió en una república constituyente de la República Socialista Federativa de Yugoslavia. Hasta que el 25 de junio de 1991 declaró su independencia, tras un conflicto armado relativamente corto (el primero que derivaría en la disolución de Yugoslavia), denominado la Guerra de los Diez Días. El combate fue en esa oportunidad contra el ejército de la antigua Federación Yugoslava, abriendo una transición democrática que marcó un hito a finales del siglo XX.
En gran parte por su situación geográfica y sus comunicaciones con el norte, Eslovenia fue una las repúblicas yugoslavas que más desarrollo económico alcanzó. El pequeño territorio, vecino de Austria y el Norte de Italia, está conectado con las áreas industriales más prósperas de Europa y del mundo.
Alicia Zubiaga Skraban Peterka, integrante de la colectividad eslovena en Berisso, menciona que el himno nacional de Eslovenia es la séptima estrofa del poema Zdravljica (en español “Un brindis”), escrito en 1844 por France Prešeren y con música de Stanko Premrl. Las autoridades eslovenas lo aprobaron en 1989, dos años antes de la independencia. Se trata de una poesía figurativa con nueve estrofas en forma de copas de vino, en las que se ensalzan los valores propios de las revoluciones liberales y del paneslavismo; la parte elegida es un alegato a la paz entre pueblos. El gobierno esloveno eligió esta obra en detrimento del himno belicista de 1918, Naprejzastavaslave (“Adelante, bandera victoriosa”), que hoy en día solo es utilizado por el ejército esloveno.
Un Brindis
“Salud a las naciones que ansían ver el día en que
de Oriente a Occidente
ni un solo odio quede en pie;
que la humanidad
viva en libertad
y las fronteras sean
encuentro y buena vecindad”
