Las repetidas amenazas de bomba que afectan a establecimientos escolares del distrito generan, además de los consabidos efectos en el plano del aprendizaje de los chicos, un creciente malestar entre padres y otros integrantes de las distintas comunidades educativas. El cansancio y la indignación surgen, por ejemplo, con ver a los chicos forzados a tomar la merienda en la vereda, a unos cuantos metros de su escuela. La imagen que se registró en los últimos días en las inmediaciones de la Escuela 3 se repite en otros varios establecimientos, generando indignación entre los padres. “Queremos funcionarios que funcionen”, exponen entre otras cosas, reclamando que se adopten en forma urgente medidas que apunten a cortar con la seguidilla de intimidaciones.