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Una carrera en el reino del viento y la libertad

11:57hs
domingo 19 de febrero, 2017


Por Irma Soledad Pintos (*)


Volar a pleno era sentir la lluvia, el viento, hasta alcanzar la sensación extraordinaria de libertad, liviandad, como flotando en una fantasía hecha realidad.

Desde muy chica se sintió atraída por la aviación. Mirando el cielo descubría una de las estrellas más grandes, imaginando estar cerca de ella. Su sueño se cumplió después de haber desempeñado distintas actividades en radio, teatro y periodismo.

En 1941, con 28 años cumplidos, obtuvo la licencia de piloto civil. Y un año después, la licencia comercial. Su ilusión de ser piloto aviadora iba mucho más allá de la obtención de las licencias: quería transponer fronteras en los años en los que estábamos pendientes y preocupados por el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial.

En ese momento, Élida Carlés Feijoó se ofreció a las fuerzas de resistencia francesas para trasladar los grandes bimotores que se construían en Canadá. El ofrecimiento tenía una sola razón; el desdén por el fascismo, la variante política que el mundo ofrecía.

Se entrenaba con el famoso piloto y destacado acróbata Santiago Germanó, en el marco de una campaña organizada en el país para contar con una reserva de 5.000 pilotos civiles que pudieran realizar vuelos en caso de contienda.

En 1943 formó la “Escuadrilla Femenina”, con el objeto de cumplir con un raid de buena vecindad a Montevideo, República Oriental del Uruguay, organizado por el Centro de Aviación Civil. El evento adquirió mayor relevancia, tratándose de la Primera Embajada Femenina enviada por nuestro país en cumplimiento de la histórica misión.

Despegando desde el aeródromo de Morón, Élida Carlés tuvo a su cargo el comando de la escuadrilla de tres Focke-Wulf, aviones construidos en la provincia de Córdoba.

La Embajada que cruzara el Río de la Plata sumó un galardón más a nuestra historia aeronáutica, siendo recibida por integrantes de la aeronáutica civil y militar de Montevideo, en el campo de Melilla.

Fue un vuelo de confraternidad, de mucho esfuerzo de superación, tanto de la mujer argentina como la uruguaya y de gran trascendencia para ambos países, hermanados con los mismos ideales.

El tiempo no fue el ideal; hubo que afrontar fuertes tormentas y lluvias. Junto a Élida Carles Feijoó integraban la misión las valientes aviadoras argentinas Rosa Perkins, Susana Ferrari Billinghurst, Emma Larralde, Julia Pérez de Cattone y quien escribe estas líneas.

La experiencia permitió a los espectadores advertir un gran lucimiento, con varias acrobacias que anunciaban la llegada de las aviadoras, que fueron aclamadas en Montevideo. Dio la bienvenida Teodoro Fels, el primer aviador que cruzara el Río de la Plata, el 1º de Diciembre de 1912. En el Centro de Aeronáutica del Uruguay recibieron el saludo del aviador Tydeo Larry Borges, de larga trayectoria aeronáutica, y recibieron a modo de homenaje la insignia de la aviación Uruguaya, una distinción inolvidable.

Hay que recordar que el 22 de noviembre de 1941, Buenos Aires había recibido una Embajada Femenina Uruguaya tripulando 4 aviones con el fin de estrechar vínculos entre ambos países. El vuelo de 1943, fue así, una retribución a aquella de 1941 de las uruguayas.

También es oportuno recordar que en esa visita de 1941 -mientras realizaba una serie de acrobacias a baja altura para despedir a las aviadoras uruguayas- perdió la vida Carola Lorenzini, nuestra ‘Aviadora Gaucha’.

Élida Carlés dejo un camino abierto a la mujer argentina, poniendo a prueba su destreza. No quiso ser una aviadora más: se destacó en los medios en los que le toco actuar, como actriz, periodista o aviadora. Era poseedora de muchas virtudes, como su delicadeza y la cultura en su trato, arma poderosa e indiscutible para representar a la mujer argentina en países extranjeros, motivo que ganaron la simpatía en su misión cumplida.

Así de fecunda fue su vida. No se casó: quizás un amor contrariado impidió concretar el sueño que toda mujer aspira. Nació el 1º de julio de 1912, hija de padres españoles, y creció en una época muy difícil para la mujer en cuanto a costumbres y educación.

Falleció el 21 de febrero de 1970, tras una larga enfermedad. Se fue planeando. Ya no era Uruguay, Chile o Bolivia, como lo había expresado una vez. Sólo partió para sumarse a las estrellas que tanto la hicieron soñar. (sic M.L.V.A).

Quise resaltar esa personalidad, simple y sencilla como estos recuerdos, de quien fuera mi comandante en la Misión de Buena Vecindad a la República Oriental del Uruguay, de la que tuve el alto honor de ser parte en noviembre de 1943.

(*) La autora es Aviadora Civil retirada y Veterana Mundial Paracaidista. En octubre de 2015, el Concejo Deliberante la distinguió como Ciudadana Ilustre de Berisso.






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