Junto a integrantes del Frente de Organizaciones en Lucha, realizan asambleas para decidir cómo afrontar los problemas. Ahora encaran un proyecto de huerta comunitaria.
Antes de que el barro de sus zapatillas llegara a secarse, vecinos de El Carmen ya habían comenzado a caminar en la búsqueda de soluciones ante las devastadoras secuelas que dejó la recordada inundación de abril de 2013. Si bien el agua logró llevarse parte de la vida de cada vecino, causando estragos en cada hogar, el deseo de ganarle la pulseada a la angustiante realidad fue más fuerte. A partir de gestiones encaradas junto al Frente de Organizaciones en Lucha (FOL), se consiguieron articular con el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación proyectos para atender la situación del barrio, incluido el paliativo que representan planes laborales a través del sistema de cooperativas.
De entonces a hoy, todos los sábados los vecinos se reúnen junto a integrantes del FOL en su refugio de 89 y 130, para conversar en asamblea sobre las problemáticas que afectan al barrio y tratar de implementar planes de acción para resolver las más urgentes.
En una primera instancia se decidió priorizar la cuestión alimentaria y los vecinos se comenzaron a reunir en la tarea de abastecer de viandas a todas las familias del barrio que lo necesitaran. Además, en días alternados, se optó por llevar adelante también una copa de leche para los niños de la zona y talleres de apoyo escolar con la cooperación de estudiantes voluntarios de la Universidad Nacional de La Plata.
Huerta comunitaria
Uno de los proyectos articulados entre el FOL y el Ministerio, tiene que ver con la creación de una huerta comunitaria y el cuidado del medio ambiente.
La iniciativa comenzó a desplegarse el año pasado y permite a los vecinos generar las materias primas que luego destinarán al comedor, así como mejorar la higiene del barrio y reducir la cantidad de basura a la mitad.
Luego de una serie de charlas de instrucción a cargo de militantes de la FOL, los vecinos emprenden la recorrida por las casas y las escuelas de la zona para concientizar acerca de los beneficios de separar los residuos.
Una vez acercada la información, se ofrecen a retirar la materia orgánica de los hogares y establecimientos para llevar adelante el ‘compost’ que servirá de insumo para el abono de la tierra. En palabras de Lidia, vecina encargada de la huerta, el trabajo ‘es sacrificado, pero da sus frutos’.
Todos los días, vecinos se turnan para repartir bidones en escuelas, comercios y casas a fin de que éstos recojan la materia orgánica. Durante el mes de abril, cuenta Lidia, se juntaron más de 1.700 kilos de materia orgánica para la huerta y se redujo a la mitad la cantidad de basura producida en el barrio.
